Los residuos plásticos representan una de las principales amenazas medioambientales. Su presencia en multitud de hábitats naturales, y muy especialmente en masas de agua dulce y salada, en forma de microplásticos, les permite penetrar en la cadena trófica, afectar a infinidad de especies animales y, en última instancia, llegar a tu estómago a través de tu consumo de las mismas. Pero eso ya lo sabías. Lo que no sabías, y es normal porque es rocambolesco, es que parte de esos microplásticos que ingieres terminan tanto en tu pene como en tus testículos. Que no es broma: lo ha descubierto un equipo de científicxs del departamento de medicina de la Universidad de Miami.
En concreto, y como comentan desde Men’sHealth, la investigación, publicada en la revista especializada International Journal of Impotence Research, “ha detectado por primera vez la presencia de microplásticos en el pene, lo que plantea dudas sobre su posible papel en la disfunción eréctil”. ¿Y si estas pequeñas concentraciones de plásticos estuviesen mermando la capacidad de tu cuerpo para enviar sangre al pene y ponerlo bien duro? No es ninguna tontería: ya han hallado microplásticos de tipo PET y polipropileno en el pene de varios hombres que iban a someterse a cirugía relacionada con la disfunción eréctil. El problema es más serio de lo que parece.
Así influye en la fertilidad
Sobre todo porque no afecta únicamente al pene. Como dicen desde dicho medio, este nuevo “hallazgo se produce después de que se hayan detectado recientemente estos contaminantes en testículos y semen”. Y sí, tal como andarás imaginando, lxs científicxs han relacionado este fenómeno con el descenso tan brutal de fertilidad que están viviendo los hombres de casi todo el mundo. La calidad del semen no es la que solía ser. La movilidad de los espermatozoides no es la que solía ser. Además, hay un problema más: no conocemos con precisión milimétrica a partir de qué cantidad de plástico acumulado pueden darse trastornos para la salud más graves. Es una incógnita.
Lo que sí sabemos es que en algún punto ocurre: “Los microplásticos pueden llegar a dañar las células y causar inflamación en los tejidos. No en vano, un reciente estudio publicado en The New England Journal of Medicine, certificó un aumento sustancial del riesgo de ictus y muerte por infarto en personas cuyas arterias estaban contaminadas con microplásticos”. En este sentido, toca reflexionar aún más si cabe. Ya no por las tortuguitas que se quedan atrapadas en las anillas de plástico o las criaturas que perecen dentro de una bolsa de plástico, sino por el puro egoísmo de poder disfrutar del sexo y, si se quiere, de la paternidad. El plástico no está hecho para estar en tu interior.