TOC con temor homosexual: heteros que tienen pánico a ser gais

Explicamos qué es el TOC con temor homosexual a partir de la opinión de expertos que han estudiado el trastorno.

Crédito de la imagen: Matt Lambert 

Eres heterosexual y nunca has sentido la mínima curiosidad por experimentar algo diferente. Pero, un día te cuestionas tu sexualidad al mirar en un vestuario las tetas o el tetas de alguien de tu mismo sexo, al sentir un apego especial por un amigo/a de toda la vida o al sentir toda la curiosidad del mundo por atravesar la puerta de una discoteca de ambiente cuando pasas por delante. A pesar de que a la mayoría de las personas difícilmente estas situaciones les hagan preguntarse si son o no homosexuales, para algunas es una realidad que les lleva a obsesionarse por completo.

Es lo que en psicología se conoce como trastorno obsesivo-compulsivoTOC con temor trastorno obsesivo-compulsivo y se corresponde con aquellas personas que, al padecer previamente un trastorno de este tipo, que generalmente se traduce en una tendencia a obsesionarse, en este caso sienten un inexplicable miedo a ser homosexuales. “Aunque para la mayoría son situaciones súper neutras, para ellos tienen un significado más profundo. Creen que les podrían acabar haciendo homosexuales”, explica el experto en atención psicológica a personas gais, Gabriel J. Martín, basándose en casos que ha llevado —todos ellos hombres aunque matiza que también puede darse en mujeres—.

Como explica el experto, las personas que lo padecen sienten una fuerte necesidad de modelar a diario sus pensamientos y hábitos con un único objetivo: no ser gais. Este comportamiento, incentivado por el desconocimiento y la escasez de información respecto al TOC que padecen, incluye desdecomprobar’ si se excitan al estar con personas del mismo sexo, a preocuparse de si se les ‘activa’ su homosexualidad latente o de si ‘pierden el control’ al estar con personas LGTBI o, como suele ocurrir, evitar el contacto físico como un simple apretón de manos con los que pertenecen al colectivo, según publicó en su  LGTBI  el psicólogo, Alberto Soler

De igual manera, añade Martín, que también es miembro del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja IESP, "las personas con TOC con temor homosexual derrochan colosales dosis de energía en actuar como heteros” y el peor rostro de esta ansiedad la sufren las personas que son homófobas. O, lo que es lo mismo, aquellos que piensan falsamente que se han convertido en todo lo que siempre han odiado por lo que su ansiedad se incrementa todavía más.

Obsesión pero no excitación

Otro punto delicado es que a la mayoría de quienes lo padecen no les sirve de nada que sus pulsiones sexuales continúen estando orientadas a personas del sexo contrario. Bajo el alias Ime8, un internauta confesó este verano en el foros del TOC que, aunque ni siquiera era capaz de masturbarse al mirar porno gay ni de excitarse al imaginarse teniendo relaciones sexuales con un hombre, su mente no dejaba de insistir: “Me dice que al hacerlo con un hombre de verdad me gustará. Pero yo no quiero, y no puedo más”, relataba.

Por lo expuesto en sus mensajes del foro, además de haberle afectado emocionalmente, el TOC socavó la relación con su novia hasta unos niveles que jamás había experimentado. Porque el placer que seguía sintiendo al hacerle el amor, no evitaba que su obsesión acabara dejando a las mujeres “en segundo plano”.

Como si un monstruo incontrolable le estuviese llevando a un territorio en el que, estando siempre rodeado de preocupaciones, no fuese capaz de reconocerse a sí mismo. “Es como si me fuera a gustar que me penetren, y no lo entiendo. En mi vida me gustaron los hombres, siempre me enamoré de mujeres y ahora es como si fuera todo lo contrario”, añadió en el mismo foro.

Un trastorno difícil de superar

"El hecho de que estos pensamientos invadan sus cabezas por temporadas, tampoco les ayuda a ver que son fruto del TOC que ya les atormentaba antes. Sino que piensan que son fases de confusión que vienen y van, con más o menos intensidad", señala el psicólogo, Gabriel J. Martín, a la vez que subraya que lo peor de todo es que "acabar con ellas por completo no es nada fácil".

Como si lo vivido y lo sentido antes no hubiesen sido reales. Como si ya no recordaran que hubo un tiempo en el que fueron capaces de distinguir sus elucubraciones de la verdad.