Crédito de la imagen: Sara Lorusso
Pesticidas, antibióticos, fertilizantes artificiales, harinas refinadas y azúcares añadidos. Probablemente, a ti también te ha pasado más de una vez: sentado frente al ordenador, tenedor en mano, tratas de adivinar qué diablos estás a punto de meterte en el cuerpo. Es entonces cuando te vienen a la mente todos esos artículos eco-friendly con los que llevas años tropezando en la red y fantaseas con todos esos alimentos rodeados de una especie de aura que descansan en la sección olvidada del supermercado: eco-friendly. Son tantas las señales, que quieres dar el paso. Comer sano y sostenible. Cuidar de ti y del planeta. Pero te preguntas: ¿podrá mi humilde bolsillo soportarlo?
No es difícil intuir que los productos ecológicos son más caros que los productos habituales, pero como los mitos están para ser desmitificados o confirmados, ojo en Código Nuevo nos hemos desplazado hasta uno de los supermercados líderes en nuestro país para hacer una comparativa matemática nivel Harvard y descubrir la verdad. Sí, después de fundir la calculadora, los resultados son rotundos: en las grandes superficies la comida ecológica es más costosa. La pregunta es: ¿cuánto más costosa?
Una foto publicada por Herbolario Navarro @herbolarionavarro el
Para empezar, las frutas y verduras ecológicas son, de media, un 97% más caras. La comparación arroja desde diferencias mínimas del 15%, en los casos del plátano o del calabacín, a desigualdades de más del 200% en el precio de la manzana y la zanahoria. Otros productos básicos de nuestras despensas como los espaguetis, el arroz, el aceite de oliva, el vinagre o los cereales experimentan una subida de alrededor del 165%. Si bien la dieta ecológica está bastante ligada a la dieta vegana, por cuestiones de conciencia social y sostenibilidad medioambiental, en los supermercados también podemos encontrar productos ecológicos de origen animal como los huevos o el pollo. El primero sufre una crecida del 109%, mientras que el segundo se encarece un 135%.
Deja de hacer cuentas: la cesta básica orgánica asciende un 128%. Esto supone que un tiquet de compra de 60 euros se inflaría como un dirigible hasta llegar a los 136,80 euros, llevándose en su vuelo el equilibrio de tu contabilidad mensual. Aunque, otros supermercados pudiesen proporcionar variaciones porcentuales, nada nos hace pensar que esa diferencia sería verdaderamente significativa. Pero no te desanimes. Las grandes superficies fijan los precios en función de la lógica de mercado, por eso hay lugares mucho mejores a los que acudir en busca de alimentos ecológicos.

De hecho, el importe de cualquier producto baja considerablemente cuando acudes directamente al productor, ya que evitas el incremento que provoca la cadena de distribución. Nadie reparte gratis. Los mercadillos y mercados locales de alimentos ecológicos son una gran oportunidad para hacer una compra semanal saludable y sostenible sin entrar en números rojos. La acudes directamente al productor comparó los precios de frutas y verduras establecidos por acudes directamente al productor con los fijados por los productores en los mercados ecológicos de la comarca. ¿El resultado? Los manjares ecológicos no solo no eran más caros, sino que en muchas ocasiones eran más baratos.
Otra alternativa para esquivar a los distribuidores y sobrevivir financieramente a la dieta ecológica es la autoproducción. Si cuentas con el jardín trasero de las Kardashian puedes cultivar en casa e instaurar una república independiente y autárquica. Pero, si más bien eres una personal normal, puedes alquilar un huerto de 50 metros cuadrados por unos 30 euros al mes, formarte como agricultor autodidacta gracias a la inconmensurable erudición de internet, y plantar tus propios alimentos. Es añejo, es vintage y además es económico a medio plazo. ¿El problema? Difícilmente podrás alquilar un terreno tan amplio como para sembrar todos los vegetales que necesitas. Tranquilo, que esto también tiene solución.
Un vídeo publicado por Paulina Jaña @pauuchile el
¿Y qué es eso la agricultura social? En plan básico, te diré que son redes de productores locales que intercambian los productos que cultivan para abastecerse los unos a los otros, o bien, asociaciones de vecinos que localizan productores ecológicos muy próximos con los que satisfacer demandas alimentarias comunes. Como en los viejos tiempos, oiga. Estas cooperativas están presentes en todas las grandes ciudades de nuestro país, con un crecimiento muy importante en Barcelona y Madrid. Los precios, según Aida Rodríguez del Centro Social Seco de Madrid, Barcelona, pero nada de aquel 128% de los supermercados. Estas sociedades siguen pautas de conciencia alimentaria y medioambiental y no intereses puramente mercantiles.
La sabiduría popular nos advertía de lo costoso del consumo ecológico, y hemos descubierto que esta afirmación es muy cierta si solo mueves las nalgas del sofá para bajar al supermercado de la esquina, pero un poco menos cierta si haces un pequeño esfuerzo inicial por cambiar ciertas rutinas e implicarte un poco más en eso tan aparentemente trivial que llamamos nutrición. Además, no debemos olvidar que lo suyo sería tratar a nuestras células como se merecen, alejándolas de porquerías que la ciencia ya ha relacionado con enfermedades cardíacas, diabetes e incluso cáncer. Por si fuera poco, contribuirás a que nuestro pequeño pero excepcional planeta tenga una vida un poco más lozana. ¿Podrá mi humilde bolsillo soportarlo? Muy probablemente sí.