Por qué deberías incorporar miel a tu dieta

Una alternativa al azúcar refinado y a los edulcorantes artificiales que te protege de la oxidación, la inflamación e incluso el cáncer

La miel tiene mucha peor fama de la que merece. Efectivamente, es un alimento conformado fundamentalmente de moléculas de glucosa y fructosa, dos monosacáridos: hasta un 75-80% de su composición. Y por eso debes tomarla con moderación. Sin embargo, es un sustituto muy recomendable del clásico azúcar refinado. Entre otras cosas porque, más allá de azúcares y agua, esconde una serie de nutrientes minoritarios tremendamente beneficiosos para tu organismo, según cuenta en The Conversation la especialista Juana Fernández.

Sus principales beneficios

Entre ellos, y según esta profesora de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad Miguel Hernández de Elche, se encuentran minerales como el potasio, vitaminas como la vitamina B9 y la vitamina C, polifenoles, aminoácidos, enzimas, ácidos orgánicos, carotenoides y compuestos volátiles aromáticos. Unos microingredientes que tienen un impacto positivo en el cuerpo demostrado científicamente "in vitro a nivel de laboratorio y/o in vivo con animales de laboratorio y en algunos casos también en estudios clínicos con personas".

¿Pero de qué beneficios hablamos? En palabras de la propia Fernández, "la miel tiene un alto potencial antioxidante". En concreto, ayuda a reforzar el sistema de defensa antioxidante de los tejidos de tu cuerpo, con lo cual estos presentan una mayor resistencia a la acción de los llamados radicales libres, las moléculas surgidas como desecho del metabolismo celular y responsables de la oxidación. Además, "muchos estudios también han demostrado la actividad antiinflamatoria de la miel", lo cual es fundamental en el largo plazo.

Para tu sistema inmune

La cosa no queda ahí. Tal como explica esta científica, "también se ha comprobado que la miel aumenta los linfocitos T y B, los anticuerpos y determinadas células sanguíneas como eosinófilos, neutrófilos y monocitos, que lucha contra los ataques externos durante las respuestas inmunes en los tejidos celulares". O dicho con otras palabras: la miel hace que tu sistema inmune se vuelva más eficiente. Ah, y no te olvides de su capacidad antimicrobiana: ni bacterias ni virus ni hongos patógenos proliferan igual cuando hay miel de por medio.

Van razones más que suficientes para meter un poquito de miel en tus dietas. Especialmente si es para quitar de en medio a otros endulzantes menos saludables como el azúcar refinado o los edulcorantes. Sin embargo, la lista continúa: la miel disminuye los niveles de colesterol, reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y actúa como un anticancerígeno natural. Y no tienes que atiborrarte. Basta con que pongas un poquito en el café, en el té o en tu bol de avena con frutas. Un pequeño gesto, pero muchísima salud.