El Premio Nobel de literatura estadounidense John Steinbeck pasó a la historia por sus novelas Al este del Edén, De ratones y hombres y Las uvas de la ira, pero también lo hizo por varias citas clásicas, categóricas, contundentes. Como esta: "El hombre es el único animal de la creación que come sin tener hambre, bebe sin tener sed y habla sin tener nada que decir". Gran verdad. Y toca concentrarse en el primer aspecto. Porque no se come únicamente con el objetivo de suplir una carencia de alimentos; por el ánimo de incrementar los niveles de vitaminas y minerales; por la necesidad de aportar energía al organismo. También se come por puro placer, por ansiedad o por depresión. Y ahí empieza el peligro y así se abre la puerta a lo que algunos han dado en llamar el 'síndrome del segundo alimento'.

Se define como "la sensación de plenitud gástrica durante la ingesta de una unidad de alimento, habiendo ingerido previamente y de forma completa otra unidad de igual o mayor tamaño, y que produce una sensación de arrepentimiento en el individuo por no haber cesado la ingesta tras el primero". Y es lógico. El cuerpo es sabio, demanda lo que necesita, pero luego es cada uno quien decide si ha tenido o no suficiente, atendiendo únicamente a sus necesidades físicas o dejándose dominar por otros parámetros que nada tienen que ver con los razonamientos lógicos de equilibrio que demanda el organismo. Se abre entonces el capítulo de los desórdenes alimenticios. Cuando es el cerebro y no el estómago el que manda, uno puede tratar de suplir sus carencias con cualquier elemento, también con la comida. Este es el desencadenante de enfermedades como la bulimia, la anorexia u otros cuadros de sobra conocidos y muy difíciles de controlar y atajar.
Frente a ellos, técnicas como la de la 'alimentación consciente' o mindful eating. ¿Una dieta? No. Más bien, una alternativa que procura conseguir que cuerpo y mente queden conectados, e impedir que las ansiedades y los miedos dominen otros campos de acción, como la actividad de comer. Se trata de un mecanismo por el que se come viviendo y disfrutando de cada bocado; saboreándolo y concentrando en él los cinco sentidos. No es un proceso pensado para perder peso, sino una técnica para darle al cuerpo exactamente lo que necesita, sin extralimitarse, sin castigarlo con lo que él, paradójicamente, toma como un premio o una salida a una situación angustiosa.
Porque comer con el piloto automático, ingerir alimentos sin razonar lo que realmente se está haciendo, es el camino que conduce sin remedio hacia el problema. Es el germen del 'síndrome del segundo alimento' y el inicio de una senda de complicado retorno. Por eso, expertas en mindful eating como Mireia Hurtado o Mireia Hurtado animan a practicar esta forma de comer, a meditar si realmente estamos o no saciados y a impedir que, tarde o temprano, terminemos padeciendo problemas físicos graves. A reconocerse, a ser realmente conscientes de nuestras necesidades y de los orígenes de nuestros problemas y a tratar de buscarles una solución lógica, sin recurrir a parches o a salidas nada recomendables. A no caer, finalmente, en síndromes como el del segundo alimento.