Que no. Que esa enorme hamburguesa que chorrea una mezcla queso fundido y varias salsas de bote no es tan mala para tu salud como la pintan. Eso es lo que afirma un estudio canadiense presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología de Barcelona, que sostiene que reduciendo el consumo de grasas saturadas tan solo logramos aumentar forma notable el riesgo de muerte prematura. Y es también la conclusión de un reciente editorial firmado por una grupo de cardiólogos y publicado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología. "Una cosa está clara: las grasas saturadas no tapan las arterias del corazón. Y, lamentablemente, durante décadas, este ha sido el principal foco del tratamiento para las enfermedades cardiovasculares, así como en las recomendaciones de salud pública", asegura Aseen Malhotram, reputado cardiólogo británico y uno de los autores del texto. Pero Malhotram va incluso más allá, asegurando que confiar en productos 'sin colesterol' o 'bajos en grasa' para evitar enfermedades es una opción "equivocada". ¿Entonces?

de nuevo, recomiendan equilibrio. El primer estudio, publicado por la revista británica The Lancet, pone el foco sobre la composición de las dietas que prescinden de esas grasas, o sea, en qué es lo que sustituye a los alimentos que contienen grasas saturadas. "Una disminución del consumo de grasas lleva, automáticamente, al aumento de los hidratos de carbono", explica Mahshid Dehghan, la directora principal de la investigación, que añade: "Creemos que esto puede explicar por qué ciertas poblaciones, como las asiáticas del sur, tienen unas tasas de mortalidad más altas". Y aportan cifras: una dieta que base el 35% del aporte de energía en las grasas conllevará un menor riesgo de mortalidad que las que confíen más en los hidratos de carbono.
El estudio se apoya en más porcentajes. Tras analizar las dietas de 135.000 personas de todo el mundo, constataron que la media mundial reparte los aportes de energía apoyándose en más de un 61% en los carbohidratos, en más de un 23% en las grasas y en un 15% en las proteínas. Y empezaron a comparar, cayendo en la cuenta de que los que elevan el porcentaje de carbohidratos hasta el 70% tienen una mayor tasa de mortalidad que los que refuerzan la cantidad de grasas.

Por eso, llaman a compensar la balanza y no condenar a ningún alimento: lo que hay que hacer, dicen, es encontrar un equilibrio entre todos los alimentos de tu dieta sin dejar de lado ninguno. A no denostar tampoco a los hidratos de carbono, sino a reducir la ingesta de estos antes de recortar la de los alimentos ricos en grasas, provocando así la descompensación. Por eso, si tenías pensado comer una ensaladas todo el invierno confiando en que así podrás depurarte después de tanta barbacoa veraniega, quizá tengas que valorar la posibilidad de dejar espacio en tu menú de mañana para una hamburguesa con queso. Tu cuerpo, según estos expertos, te lo agradecerá.