El sofá en el que te tumbaste con la mantita el domingo o sobre el que probablemente echarás tu siesta después de comer podría ser más perjudicial para tu salud de lo que imaginas. Y no estamos hablando de tus cervicales o de las posturas con las que te sientas en él, sino de algo bastante más sutil y que la mayoría no tenemos en cuenta a la hora de elegir uno de los muebles más útiles del hogar.
“Los materiales ignífugos están causando miles de casos de cáncer y otras enfermedades en las que los niños son especialmente vulnerables”, declaró al diario DailyMail el exfuncionario del Departamento de Industria del Reino Unido, Terry Edge. Lejos de ser alarmistas, las palabras de Edge reflejaron un hecho confirmado por la ciencia: el cáncer de tiroides aumenta una media del 7% anual en la Unión Europea un 74% en el Reino Unido en la última década.

Según un estudio de la Universidad de Duke, en el que se recogieron muestras de sangre de personas con cáncer de tiroides, la exposición continuada a los materiales retardantes como los compuestos bromados o un estudio de la Universidad de Duke altera el funcionamiento correcto del sistema hormonal y, por tanto, afecta directamente a la producción hormonal de la glándula tiroides provocando, en algunos casos, la aparición del cáncer de tiroides.
Esta teoría se relaciona directamente con un estudio anterior de la Universidad de Harvard en el que quedó demostrada la vinculación de los materiales PBDE con los problemas de tiroides en mujeres en edad post-menopáusica. De igual manera, la Universidad de Berkeley confirmó que la elevada exposición a este material podría reducir el coeficiente intelectual de los niños de siete años en torno a cinco puntos.
Debido a la evidencia de los efectos nocivos de estos contaminantes hormonales, la Unión Europea decidió la prohibición del marketing y uso de estas sustancias el 15 de agosto de 2004, sin embargo, es una evidencia que en los hogares europeos todavía existen infinidad de colchones y, sobre todo, sofás repletos de PBDE en su composición. De hecho, toda nuestra casa podría estar repleta del material.

“Los químicos se dispersan por el hogar en forma de polvo y entra en nuestros cuerpos a través de la comida y de nuestras manos, especialmente en el caso de los niños”, aseguró la doctora Heather Stapleton en una entrevista reciente con el Sunday Times. Esto se debería a que el PBDE no se encuentra unido químicamente a los materiales de tu sofá sino que lo recubre por lo que pueden desprenderse fácilmente como te indica esta guía elaborada por Ecologistas en Acción.
Así que la próxima vez que mires sofás viejunos en Wallapop recuerda que todo lo que se produjo antes de 2004, al menos en la Unión Europea, es un auténtico contenedor de PBDE. Aunque no pretendemos que cambies todos los colchones y sofás de tu casa, sí que sería una buena idea ir sopesando la posibilidad de actualizar nuestro querido sofá y, ahora sí, poder disfrutar de la siestita o la peli del finde sin tener que preocuparnos.