Las razones por las que nunca olvidaremos a Forges

Forges ha fallecido esta madrugada y a nosotros nos sobran las razones para no olvidarle. 

Se llamaba Antonio Fraguas de Pablo, pero se le conocía como Forges. El nombre artístico del humorista gráfico que, después de haber retratado a España durante medio siglo, falleció esta madrugada en Madrid de cáncer de páncreas. Tenía 76 años y su carrera ha dejado huella en el imaginario colectivo de una sociedad que nunca podrá olvidarle. Siendo hijo de madre catalana y padre gallego, Madrid le vio nacer el 17 de enero de 1942.

Pero la vida por la cual todos le conoceríamos comenzó en 1964, momento en el que empezó a plasmar su visión de la realidad desde publicaciones como PuebloHermano Lobo, El Jueves, El Mundo o El País. Con ternura e ironía, representó la evolución de un país desde el franquismo hasta le llegada de la era digital. Años en los que ha jugado con un humor inteligente y un tono de denuncia para destapar lo absurdo y lo contradictorio de la sociedad española.

Sus rotuladores fueron las armas con las que ha defendido durante 50 años la dignidad de las personas en una infinidad de viñetas en las que retrató las secuelas de la crisis económica, los jóvenes que lo tienen demasiado difícil para encontrar un trabajo digno y afectados por las hipotecas. A nivel internacional, también criticó la indiferencia de occidente ante los problemas de países en vías de desarrollo, la crisis de los refugiados y el rechazo que han sufrido por parte de la Unión Europea UE o como el mundo se olvidó de Haití después del terremoto de 2010. También como todos hemos visto en los últimos meses, las consecuencias de la crisis catalana, la corrupción, las mentiras de los políticos y un sinfín más de viñetas con las que nos ha recordado que todavía hay gente con sentido de justicia.

Estas denuncias, como siempre, estuvieron protagonizadas con míticos personajes que se mostraban perplejos ante las injusticias de este mundo, como los “blasillos”, “marianos’ y ‘conchas’, funcionarios profundos, beatas y náufragos perdidos.  Todos ellos muy críticos, pero siempre desde el mismo respeto, humor y originalidad que su autor plasmó en las páginas de periódicos que lleno a diario. 

Un estilo muy particular que nació a raíz de una conversación que tuvo con su padre y que recibió su toque definitivo el día que Forges le planteó al también humorista y periodista, Antonio Fraguas Saavedra, que quería ser “dibujante de chistes en serio” y cuya respuesta marcó el sello de la originalidad por el cual siempre le recordaremos: "que se reconozca un dibujo tuyo a quince metros". Y así lo hizo.