La muerte de 19 niños esta semana en un tiroteo en una escuela de primaria en Uvalde, Texas, ha vuelto a dejar tocada la sociedad norteamericana. Se trata de un episodio que por desgracia es bastante frecuente en los Estados Unidos y que, según la base de datos K-12 School Shooting Database, está aumentando desde el 2012 a unos ritmos alarmantes. Casi la mitad de los tiroteos se han producido después de esa fecha. Más allá de la laxa regulación de la compra de armas en Estados Unidos, una de las preguntas más recurrentes es qué pasa por la cabeza de lxs jxovenes que perpetran este tipo de ataques.
En el caso del autor del tiroteo de Texas, se trataba de un chico de 18 años, vecino de la localidad, llamado Salvador Ramos. Según han explicado vecinos de la zona a diferentes medios, se trataba de un chico bastante tímido y sin amigos. También se ha descubierto que había anunciado en su Instagram lo que estaba a punto de hacer horas antes de la masacre. La cuenta es privada, pero hay fotos de la publicación en la que se ve una foto con munición y el copy de “Tengo un pequeño secreto. Estoy a punto de hacerlo”. En su Facebook fue más claro y dijo que acababa de disparar a su abuela como paso e iba a hacerlo en un colegio de primaria.
Aprovechamos también para desmentir el bulo de que Salvador Ramos era una persona trans. Las redes sociales se han llenado de fotos de otra persona muy parecida al autor del crimen asegurando que son él. Es mentida, se trata de un bulo tránsfobo extendido desde 4chan.
El caso de Salvador, pero, no es aislado. Lo mismo paso con la masacre de Parkland, Florida, donde un chico de 19 años mató a 17 de sus compañeros de instituto. El perfil de Nikolas Cruz, también coincidía con el de Salvador Ramos. Era tímido, no tenía amistades y padecía una situación de marginación. En la mayoría de los casos se alude a la salud mental de los perpetradores de los ataques, pero hay algo más oscuro y que va más allá de esto.
Ya en el año 2000 se creó un perfil psicológico para tratar de entender el funcionamiento mental de estos jóvenes. Entre las características destacan que el 80% de los atacantes ha sufrido acoso escolar, así como la gran mayoría proviene de familias desestructuradas. En todos los casos las actuaciones están minuciosamente premeditadas, no son algo aleatorio o impulsivas, además que el 100% de los jóvenes comparte una fascinación por las armas.
Otro dato interesante sobre como funciona la mente de estos jóvenes es que ninguno tenía ningún tipo de enfermedad mental. La violencia con la que actúan no es casual ni repentina, sino que se trata de un proceso complejo que se va formando lentamente. Como resultado, los estímulos de carácter violento que puedan darse en su entorno, combinados con el estrés ambiental y los pensamientos distorsionados, tienden a edificar en ellos una armadura mental deshumanizada. De este modo se adquiere una frialdad mental, casi una deshumanización, que hace que vean el asesinato como única vía de escape.