La súbita aparición del SARS-CoV-2, el virus con el que aún continuamos batallando, nos ha devuelto de una manera brutal a la realidad: los microorganismos están vivos, evolucionan permanentemente y en cualquier momento pueden convertirse en una amenaza para la humanidad. Pero los virus no son los únicos representantes del mal microscópico: las superbacterias, resistentes a los antibióticos inventados por los científicos, están también en la lista de potenciales enemigos. Y, durante estos últimos años, hemos estado culpándonos de su aparición. Pero una superbacterias prueba que la culpa podría ser de los erizos.
Al menos del nacimiento de la variante de la bacteria Staphylococcus aureus conocida como MRSA, capaz de resistir a todos los antibióticos, y que ha provocado ya innumerables muertes. Hasta el momento, y como se cuenta en Inverse, se pensaba que "la introducción humana generalizada de antibióticos a mediados del siglo XX dio lugar a MRSA". Especialmente en el área de la ganadería industrial. "Dado que MRSA se encontró por primera vez en las vacas lecheras y, más tarde, en humanos, muchos científicos asumieron que surgió en las vacas debido al uso excesivo de antibióticos". La realidad es bastante más espinosa.
Y nunca mejor dicho. Como explica en este mismo medio el investigador del Statens Serum Institut y coautor de la investigación, Jesper Larsen, los datos "demuestran que los erizos silvestres constituyen un reservorio natural de MRSA". Uno donde tiene lugar una encarnizada batalla por la adaptación. En palabras del autor principal del estudio, el científico del Instituto Wellcome Sanger, Ewan Harrison, el MRSA "evolucionó en una batalla por la supervivencia en la piel de los erizos". Y de ahí pasa a los humanos a través de una transmisión directa o a través de una transmisión secundaria con otros animales de por medio.
Por supuesto, esto no significa que los seres humanos seamos inocentes. De hecho, y como señala el propio Larsen, "no existe duda de que el uso excesivo generalizado de antibióticos en humanos, ganado y agricultura es el impulsor más importante de resistencia a antibióticos en bacterias patógenas". Es un problema del que debemos encargarnos para no seguir fabricando superbacterias que pongan en jaque la salud pública. Pero, gracias a esta investigación, podemos recordar una verdad desagradable: que no todo depende de nosotrxs y la selección natural seguirá enviándonos desafíos colosales en forma de patógenos.
Tal y como subrayan desde Inverse, "el descubrimiento es un claro recordatorio de que la transmisión zoonótica de enfermedades entre la vida silvestre y los humanos es mucho más común de lo que creemos, un hecho que se hizo evidente durante la pandemia de Covid-19, ya que los científicos aún desconocen cómo saltó el virus desde murciélagos o pangolines a humanos". Es un fenómeno que ocurre desde que la vida animal apareció en el planeta hace cientos de millones de años. "Los ecosistemas naturales, agrícolas y humanos están estrechamente conectados", concluye Larsen. Más nos vale tenerlo en cuenta.