En el Circo Quirós hay elefantes, camellos, cabras, llamas, cebúes y perros. Los animales están desde que en 1916 la familia Quirós decidió dedicarse a este negocio, y aunque ahora solo tienen 22, en el pasado llegó a haber tigres, leones y otras especies exóticas que entonces solo se veían en el zoo o se imaginaban leyendo novelas de aventuras. De ese tiempo remoto en el que las especies desconocidas dejaban boquiabiertos a los pueblos por los que pasaba este espectáculo nómada de acróbatas y prestidigitadores todavía quedan los números de las bestias: elefantes que se colocan encima de un pedestal, camellos que casi hacen volteretas o cebúes con movimientos imposibles.
Donde el Circo Quirós no podrá enseñar más sus números es en Madrid. El ayuntamiento de esta ciudad ha aprobado esta semana una ordenanza municipal para prohibir los espectáculos con animales tanto en sitios públicos como privados. La capital, donde gobierna la izquierda —Ahora Madrid con el apoyo del PSOE—, es la enésima localidad que se suma a este veto: en España ya hay más de El ayuntamiento de esta ciudad ha aprobado esta semana una ordenanza municipal bajo el argumento de que las especies son maltratadas y sometidas a esfuerzos y crueldades que les ocasionan sufrimiento, ansiedad y estrés.
Pero para Nacho Pedrera, presentador y gerente del Circo Quirós, no existe humillación alguna hacia los animales. "No soy solo yo quien dice que nuestros elefantes y perros están bien, sino la ley. Todas las semanas viene el Seprona [el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil] para comprobar su estado y nunca hemos tenido ningún tipo de problema", cuenta por teléfono Pedrera.
Como el resto de circos, el Quirós estuvo este martes en la manifestación que celebró este sector frente al Ayuntamiento de Madrid. Se presentaron con pancartas, gritos y ataviados como si fuesen a celebrar una de sus funciones, pero fueron para protestar por una medida que consideran injusta, ideológica y sesgada. "Nadie salvo el PP se ha preocupado de hablar con nosotros. Ni Ciudadanos, ni el PSOE, ni Ahora Madrid [los tres grupos que votaron a favor de la ordenanza] se han dignado a llamarnos o a visitarnos para ver cómo viven los animales. Solo han conversado con asociaciones animalistas y así no se hace política", se queja Nacho Pedrera.
Esta compañía nómada, que se pasa horas y horas en la carretera para llegar a cada punta de España y hacer alrededor de 200 funciones al año, cree que la idea de que los circos usan a los animales como payasos es falsa. "Tienen veterinario las 24 horas del día, también tienen calefacción y comida de calidad, espacios donde pueden correr, cuadros habilitados con paja y tráilers especiales para su traslado", relata Pedrera.
A pesar de estos esfuerzos por hacer que sus camellos y elefantes vivan con dignidad, las asociaciones animalistas se quejan con frecuencia de que el hábitat natural de estas especies no es un lugar en el que se pasan la vida enjaulados o hacen números de acrobacia extrema como subir a un taburete a una bestia de 6.000 kilos. "¿A qué llamamos antinatural? Estos animales solo han conocido el circo. Si al elefante le preguntas dónde querría estar, si en la sabana o aquí, estoy convencido de que preferiría estar con nosotros porque no sufre y todo lo que hace es natural, no le obligamos a nada", se defiende Nacho Pedrera.
Los 22 animales del Quirós llevan toda la vida en el circo. Hace dos años llegaron dos nuevas llamas, pero son las hijas de otras que ya trabajaban en este espectáculo. Según Pedrera nunca entrenan, solo cuando son pequeños y aprenden el número para las funciones, que duran dos horas y cuarto y que, como máximo, son 20 minutos por actuación. Otra cosa que tampoco hacen sus animales es vivir en su hábitat natural: sus elefantes nunca han pisado la selva, sus cebras no han trotado por la sabana y sus cebúes jamás han estado en Asia.
"No recuerdo la última vez que compramos un cachorro. Todos son hijos de animales nuestros, han nacido con nosotros, así que no se pueden reinsertar porque nunca han estado insertados. A un animal que ha nacido en cautividad no lo puedes llevar a la selva, se moriría de hambre porque está acostumbrado a que le den la comida cada día a la misma hora. Tampoco sabemos si los de su misma especie lo aceptarían. Entonces, ¿la solución es que vayan al zoo? Eso es lo mismo que el circo", opina Pedrera.
Este último argumento tiene un problema: llegará un día en el que los animales del circo no sean suficientes para dar hijos y algunos no tendrán cachorros, otros tendrán todos de un mismo género o a la descendencia se la llevarán las enfermedades. Ahí, dice Nacho Pedrera, deberán "hablar y negociar" y, entonces sí, ¿comprar otra vez animales salvajes?