En 2015 Julián Hernández tenía 18 años y, hasta ese momento, llevaba una vida normal. Vivía con su padre, la mujer de este y sus dos hermanastros en Alabama, Estados Unidos. Acababa de terminar el instituto y había iniciado los trámites para matricularse en la universidad. Pero un problema con su número de la Seguridad Social fue el motor para reactivar una investigación iniciada hacía 13 años. Julián, en realidad, había permanecido durante todos esos años secuestrado por su padre, quien decidió alejarse definitivamente de su mujer, de la que ya estaba separado, y llevarse a su hijo con él para iniciar una nueva vida a cientos de kilómetros de su casa. La madre denunció la desaparición, pero la policía jamás pudo encontrarle. Hasta entonces.
El consejero escolar que ayudaba a Julián a rellenar su solicitud de inscripción en la universidad detectó que su nombre no coincidía con sus datos del registro público. Tratando de detectar el error, un profesor cayó en la cuenta de que el número de la Seguridad Social del chico aparecía en el listado de Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados, e inmediatamente alertó a la policía. Se inició así una investigación que determinó lo que en realidad ocurría: en declaraciones a la BBC, el teniente Johnny Evans explicaba cómo el padre de Julián, Bobby Hernández, le había engañado, dibujándole una historia familiar ficticia y cambiándole el nombre para alejarle de su madre. "Julián no conocía su fecha de cumpleaños ni su auténtico nombre, y tampoco sabía que su madre le daba por desaparecido", afirmaba Evans.
El padre fue detenido y acusado de secuestro, de manipulación de los registros oficiales y de usar presuntamente información falsa para conseguir un documento de identidad de Ohio en 2012. Por su parte, la madre de Julián, Vestavia Hills, pudo por fin conciliar el sueño. El teniente Evans explicaba que "estaba muy excitada y contenta por haber alcanzado el cierre de la investigación y por saber que su hijo estaba vivo tras 13 años sin saber nada de él". Se cerraba así uno de los casos más singulares a los que el teniente Evans ha tenido que enfrentarse a lo largo de su carrera. Y terminaba también una historia singular, perturbadora y propia de un guión de película de sobremesa pero que, trasladada a la realidad, supuso el robo de la identidad de Julián durante más de 13 años. Ahora empieza para él una nueva vida.