La Pena De Muerte Se Cobra Una Nueva Ejecución En Arizona

La agonía de una pena de muerte de 2 horas.

El debate sobre la ejecución de personas se hace más latente tras la ejecución de un preso en una cárcel de Arizona, Estados Unidos. Joseph Wood estuvo jadeando durante 2 horas porque, literalmente, no se le terminaba de rematar. Se suponía que estaba sedado, pero en realidad no. Una muerte que debía prolongarse la friolera de 10 minutos terminó durando 120. Ahora se denuncia la crueldad.

Según la Octava Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, las personas condenadas a pena de muerte deben ser ejecutadas sin crueldad. En este caso, se había decidido previamente que el preso pereciera a causa de una inyección letal, que en condiciones normales tarda en hacer efecto un máximo de 10 minutos. No obstante, el organismo de Joseph Wood fue más resistente y estuvo 2 horas agonizando.

El abogado defensor de este preso denuncia los hechos. Su cliente se movía y respiraba... agonizaba. No fue hasta casi la hora y media cuando se le volvió a comprobar el estado de sedación, al que efectivamente no estaba sometido. Fue en ese momento cuando se solicitó el recurso de salvamento, pero se denegó. El preso siguió jadeando otros 30 minutos más hasta que pereció.

No se trata de una situación totalmente aislada, este año en Oklahoma un preso condenado a pena de muerte llevaba 45 minutos de sufrimiento y, en ese caso, sí que se optó por detener el proceso. No obstante, el reo falleció a causa de un ataque de corazón. Y hace 7 años, otro condenado tardó un par de horas en perecer, aunque en este caso se debió al sobrepeso que tenía, que hizo multiplicar la dosis.

En cualquier caso, el debate sobre si aplicar o no la pena capital en pleno siglo XXI sigue muy presente en muchos lugares. África, Asia y América siguen teniendo numerosos países que la aplican legalmente. La crueldad con la que se llevan a cabo estos métodos, como el caso de este reo en el estado de Arizona, es otro tema paralelo.

Según datos oficiales de Amnistía Internacional, 2013 fue un año caótico en lo que a este pena se refiere. 1.925 personas perdieron la vida por culpa de esta sentencia, superando las cifras del año anterior, y el número de condenados superó las 23.000. Además, algunos países que llevaban tiempo sin aplicar la condena, como Indonesia, Kuwait, Nigeria o Vietnam, volvieron a recurrir a ella.

Si realmente abogamos por los derechos, debemos plantearnos muchas cosas.

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