Tú estás de vuelta de todo. A ti los líos del partido socialista te resbalan. Si Albert Rivera ganará o perderá votos apoyando a Mariano Rajoy ni te va ni te viene. Si Podemos logra o no una movilización social en la calle te importa más o menos dos bledos y medio. Y si hay terceras o quintas elecciones o si estas se celebran el día de Navidad o el 18 de diciembre te la pela. Porque ambos son domingos y los domingos tú tienes resaca y planes que incluyen sofá, serie, chocolate y manta.
Pues chico, enhorabuena. En serio: en-ho-ra-bue-na. Eres un privilegiado. Pero de los grandes. Hay gente que mataría, en sentido literal y figurado, porque la política se la pelase como a ti. Ya sé que tú no tienes ni culpa ni virtud en ello, pero al menos sé consciente, que ya vas teniendo una edad. Si tuvieras 23 años, fueras homosexual y el azar te hubiera hecho nacer en Moscú ya verías tú si te interesaba la política o no. Si en lugar de en Barcelona o Jaén tu hogar fuera Caracas ten por seguro que no darías por sentado que tu calle es un lugar seguro al regresar a casa. Por no hablar de si eres liberal en Turquía o ecologista en Ecuador.

Toda esa gente sueña con que la política se la pele. Todos pagarían por sentir desafección. Porque solo quien da las cosas por sentado puede realmente desentenderse. Y sí, ya sé que tú qué vas a hacer. Que si tú estuvieras en esa situación también te implicarías, quizá hasta votarías. Pero no estás en esa situación y lo único que estás es harto. Porque has votado un par de veces y nunca ha servido de nada. Porque ¿has visto la tele? Los políticos son de coña. De risa. De vómito. Decenas y decenas corruptos confirmados y tantos o más corruptos en vísperas. O esa impresión dan.

Porque sí, estoy contigo, la pésima situación política con sus debates y saraos televisivos es repulsiva. Pero neguemos la mayor. Eso no es política. Política eres tú. Tu presente, tu futuro. Tus ideas y tus valores. Y eso no te la pela. Eso no te la puede pelar.
El mundo en el que tú quieres vivir. Eso es política. La manera en que concibes las relaciones laborales, la recompensa al sacrificio. Eso es política. Lo que consideras que debe ser castigado. Aquello a lo que crees debe dedicarse esfuerzo y dinero. Eso es política. Tú, los tuyos y el futuro del mundo que os rodea. Eso es política. Y te importa, vaya si te importa.
Crédito de la imagen: Théo Gosselin