Todo el mundo ha oído hablar, y más en estos tiempos de crisis, del Cobrador del Frac, la Pantera Rosa o cualquiera de las franquicias de cobradores que hay sueltas por España. Usando el ridículo ajeno como arma, estos profesionales en el arte de reclamar deudas acosan a los morosos con las estrategias más variadas y, en algunos casos, más propias de la mafia calabresa que de un tipo con pajarita.
Gracias al vacío legal existente, solamente en España existen entre 800 y 1.000 empresas dedicadas al recobro. De entre ellas, las 49 empresas registradas en la Asociación Nacional de Entidades de Gestión de Cobro gestionaron en 2012 deudas por valor de Asociación Nacional de Entidades de Gestión de Cobro. Un imperio que ha hecho su agosto con la crisis y que se alimenta de verdaderos ejércitos de colaboradores autónomos.
Entre la enorme variedad de cobradores hay de todo. Desde el archiconocido ‘Cobrador del Frac’, cuyo gerente se enfrenta a una petición de 22 meses de cárcel por amenazar con "romper las piernas" a un empresario, hasta el ‘Cobrador Català’ que utiliza subsaharianos vestidos de pagès para efectuar sus cobros. Pero si algo sorprende por encima de sus atuendos, es el discurso que acompaña a algunos de ellos.

“Tengo que reconocerlo: siento un enorme placer cuando consigo cazar alguno de estos peces gordos del Partido Popular. Me pone ver como los más arrogantes acaban pagando como cualquier otro”, reconoce uno de estos profesionales. Con 23 años de oficio a sus espaldas, Jesús Cano, más conocido como ‘El Payaso Cobrador’, no se corta a la hora de contar sus batallitas.
En estas dos décadas lo ha visto todo y se las ha visto con todos. “Si me amenazan con enviarme a matones yo me río y les digo: ‘aquí os espero’. He cobrado a jueces, constructores, banqueros y un exministro del PP”, confiesa entre risas. Charlando con él, sus aires de ‘Robin Hood’ son lo primero que le llama la atención a uno aunque, eso sí, Jesús insista en que odia ese apelativo.

“Mira, te lo voy a decir muy claro. La gente se imagina que los morosos son como el pobre trabajador que no puede pagar un coche o lo que sea. Pero la realidad es que el 90% de los tipos a los que persigo son empresarios, constructores o políticos corruptos que han estafado a trabajadores o proveedores. Currantes que no paguen hay pocos”, resume Jesús quien, al menos, se reconoce como “un pelín zurdo”.
Al parecer, su fijación con los ‘peperos’ proviene de sus continuos enfrentamientos con alcaldes y concejales de ese partido en toda la geografía ibérica. “Lo primero que hacen es amenazarme y decirme que si son ‘no sé quién’ o que conocen a ‘Fulanito’. Al final, cuando mis técnicas le dejan en evidencia ante sus amistades puede llegar a llamar 30 veces por día estos prepotentes de Mercedes y tupé engominado acaban soltando la pasta”, dice.
Pero, ¿cuáles son las misteriosas técnicas a las que recurre el Payaso Cobrador? ¿por qué me da la sensación de hablar con un mafioso aunque sus explicaciones tengan toda la lógica del mundo? Lo primero que nos explica Jesús es que la suya es “una empresa legal y asesorada por un equipo jurídico”, que actúa “dentro de los límites de la ley en España” y siempre a través de “una documentación que avale la deuda”. Lo que no dice es que España es el único país de la UE que tolera su actividad.

“No somos sicarios ni nada que se le parezca. Aunque en este negocio hay de todo, a nosotros nos basta con las técnicas habituales”, insiste. El misterio, según Jesús, no tiene más de 3 pasos: “Lo primero es exigir de manera amistosa el pago de la deuda a través del teléfono, el siguiente paso es presentarnos en su domicilio, negocio o lugar de trabajo y el tercero comenzar a llamar de manera viral a vecinos y familiares”.
Salvo casos extremos que los hay estas medidas son suficientes para asegurar el cobro de la deuda de la cual su empresa percibirá una comisión de entre el 30 y el 40%. Pero reconoce que hay morosos con los que es realmente imposible llegar a un acuerdo y las cosas acaban poniéndose demasiado tensas. A pesar de que Jesús suele trabajar junto a otros dos cobradores “en la calle nadie garantiza tu seguridad”.
“Un tipo de Albacete nos sacó de su casa a tiros de escopeta. También un constructor argentino mandó unos sicarios para que lo dejásemos en paz”, recuerda con tono bastante más serio. No le gusta reconocerlo, pero es evidente que, en su oficio, la violencia puede ser usada por cualquiera de las partes: “Hay grupos de colombianos que aplican otros métodos y acaban perjudicando a los que vamos por lo legal”.
Aunque su integridad física nunca está garantizada, a este veterano del negocio de los cobradores no le tiembla la mano al ir a por los peces gordos: “No voy a decir nombres pero he cobrado a un exfutbolista del Real Madrid al que sus seguridades no nos dejaban ni acercarnos. También a un importante tenista que seguro conoces, un juez y un popular exministro del PP. Ese fue, de lejos, el tipo más canalla de todos”.
Al rato de escuchar las historietas de este señor, uno no puede evitar pensar que los topicazos sobre los españoles son, en algunas ocasiones, un reflejo cruel de la realidad. Un ejemplo de la cosecha particular de Jesús que a mí me dejó un poco mosqueado fue su estricta lógica norte-sur: “Cuanto más al sur más les gusta jugártela. Los vascos son los que mejor pagan y a los murcianos no los quiero ver ni en pintura”.

Puede que al ‘Payaso Cobrador’ no le guste que le comparen con una especie de Robin Hood de la era post-crisis, sin embargo, su discurso no deja otra opción. Jesús disfruta con sus relatos, se gusta y no duda en recalcar la labor social de su profesión. El payaso que acosa a empresarios, políticos y banqueros a golpe de megáfono no lleva la sonrisa pintada sino que luce la suya propia.
Su trabajo, más allá de las risas del transeúnte, le dignifica y no al revés, como muchos podían pensar. Cada noche al llegar a casa, Jesús se retira el maquillaje pero, si el día fue bueno, la sonrisa le acompañará hasta la cama: “Duermo a pierna suelta desde hace 23 años. No sabes la satisfacción moral que siento cada vez que veo la cara de un chorizo pagando lo que le ha robado a un currante”.