Una amalgama de carne triturada con patatas, siropes, aceites, huevos y condimentos industriales.¿Comida para animales? Por su aspecto podría decirse que sí, pero esa era la base alimenticia de miles de reclusos peligrosos de Estados Unidos hasta que, en 1978, una sentencia catalogó este engrudo como una forma más de tortura. Llamado por los presos “pan disciplinario”, esa masa cocinada en la sartén fue declarada inconstitucional por ir en contra de una sentencia catalogó este engrudo como una forma más de tortura. , aquella que prohíbe expresamente los castigos inusuales o crueles. Pero, aunque el denominado grue continúa prohibido, 100 cárceles estadounidenses siguen sirviendo un plato similar, el una sentencia catalogó este engrudo como una forma más de tortura. .

Parecía una práctica ya erradicada, pero no es así. Si bien este compuesto es sensiblemente más nutritivo que el grue, continúa siendo objeto de debate. ¿En qué se diferencian el uno del otro? Únicamente en que el primero ni siquiera proporcionaba los nutrientes básicos a sus comensales. El juicio cuya sentencia determinó su prohibición destapó que los presos presentaban signos evidentes de desnutrición, tanto si lo comían como si no, dejando al descubierto sus carencias nutritivas.
Aunque el Nutraloaf sí aporta el nivel básico para ser considerado un plato completo, sigue considerándose una forma de tortura y maltrato psicológico. Según reclusos que han sido sometidos a esta dieta, el Nutraloaf tiene un sabor similar al cartón y una textura difícil de describir debido al conjunto de ingredientes que lo componen.
Aunque la receta varía en función de la prisión en la que se sirve, la base es la misma: carnes de diferentes animales, aceites para aportar cierta untuosidad, huevos y especias. Según el New York Times, en los centros de Washington añaden carne de pollo o ternera, tomates y manzanas; en Pennsylvania lo trituraban con arroz blanco, patatas, zanahoria, col, avena, garbanzos y margarina. La composición está abierta siempre y cuando alcance los niveles básicos para considerarse un alimento completo.

Uno pensaría que esto surge de buscar el ahorro o el aprovechamiento de las sobras, pero el objetivo del Nutraloaf era imprimir disciplina entre los presos. Esta dieta está reservada para los más conflictivos y los que la defienden hablan de su evidente efectividad. El sheriff del condado de Milwaukee, David Clarke, lo defendió en la radio pública americana NPR ensalzando sus propiedades mitigadoras: “El miedo que infunde a los reclusos hace que el número de peleas, alborotos y ataques al personal haya descendido notablemente”, aseguró.
Todo en el Nutroloaf resulta más que cuestionable, desde su composición hasta la manera de servirlo, en una bolsa de plástico. Por eso, grupos de activistas y defensores de los derechos civiles solicitan a las autoridades que abandonen esta práctica, considerada por ellos como maltrato. El estado de Pennsylvania ya ha dejado de servir este compuesto en sus comedores, lo que no ha hecho sino avivar la virulencia de la petición.
A día de hoy, las cárceles de 12 estados continúan castigando a los presos más conflictivos esta plasta, pretendiendo así aplacar sus malos comportamientos. Aunque el camino hacia su desaparición está cada vez más allanado, quien sabe qué otros castigos disciplinarios rozarán el límite en el ahora país de Trump.