Sales del despacho flotando, como en una nube, con el convencimiento de que el puesto es tuyo. Pero pasa un día, y otro, y otro. "Bueno, ya contestarán" o "seguro que están liados", son las frases que se repiten en tu interior. Tras una semana, empiezas a pensar que tal vez jamás recibirás esa llamada que te anuncie que por fin has encontrado trabajo. Y llega el desengaño porque, efectivamente, nunca vuelven a llamarte o, con suerte, recibes un escueto e impersonal correo en el que te dan las gracias por tu tiempo y te dicen —con pesar fingido— que han encontrado a otro candidato.
Es en este punto cuando te vienes abajo y, dependiendo del bajón, se te cae alguna lagrimita: "¿qué habré hecho mal?", "si parecían encantados conmigo",etc. Este es, por desgracia, un escenario muy habitual. Como todos hemos pasado por ese momento tan chungo, vamos a analizar con dos expertos en recursos humanos y en selección de personal el porqué de tu ostracismo laboral. Su savoir faire nos ayudará a evitar esas meteduras de pata involuntarias que nos dejan a las puertas del trabajo de nuestros sueños. Así que sécate esas lágrimas y presta atención.

“La entrevista es el momento clave en el proceso de selección y está en manos del candidato brillar o pasar desapercibido”, explica Patricia Calabuig, especialista en Selección por Competencia y miembro del gabinete de Desarrollo + Talento. A pesar de lo que se suele pensar, asegura que la culpa no es siempre exclusivamente del aspirante. “Los entrevistadores podemos encontrarnos ante ‘clones’, perfiles con la misma formación o similar experiencia pero es la actitud de cada uno lo que inclina la balanza”, aclara. Entonces, ¿cómo debemos mostrarnos ante el entrevistador? Calabuig responde: “Es esencial que el candidato se muestre auténtico y genuino. Sabemos bien qué perfil estamos buscando y manifestar una imagen ‘falseada’ nunca es buena opción, porque el aspirante ni siquiera sabe qué estilo personal necesitamos en la empresa”.
Seguridad, preparación, templanza, transparencia y naturalidad. Son los ingredientes para una puesta en escena con la que podremos vencer cualquier pregunta trampa. “Es fundamental que el candidato haga un ejercicio de autoconocimiento previo y que recabe información acerca de la compañía”, dice la experta. El tema es que, si un entrevistador detecta lagunas o despistes en lo referente al currículum o al conocimiento de la empresa a la que el candidato espera entrar, suele coger el rotulador rojo y tachar el nombre de la lista.

Pero, si la comunicación verbal es solamente un 20% de lo que comunicamos, ¿qué hay de lo que expresamos con nuestros gestos? “Nuestro cuerpo no habla sino que, directamente, grita”, sentencia José Sánchez Labella, experto en Desarrollo Ejecutivo y en Comunicación No Verbal Científica. Y añade: “Resulta sencillo para un entrevistador experto identificar los gestos de apertura o cierre de nuestro lenguaje no verbal como los tics, micropicores o los balanceos. Todos denotan desalineaciones entre lo que queremos ‘vender’ y lo que realmente sentimos”. Por eso, y en relación con el lenguaje verbal, también debemos huir de posturas impostadas que terminarán por delatarnos.
Entonces, ¿cómo traducimos este consejo a la práctica? Sánchez Labella explica que “es básico generar un clima de confianza e identificar cómo es nuestro interlocutor para adaptarnos a él”. Una vez logrado esto, conviene “modular nuestro estilo para que fluya con el entrevistador y lograr así que la conversación sea agradable. Es fundamental conseguir que se sienta escuchado y adoptar un tono, un ritmo y una postura afable, llegando incluso a repetir o parafrasear sus propias palabras”, repasa el experto a la vez que que recuerda una cita del libro de Judi James El lenguaje corporal: “Sólo hacen falta cuatro segundos para crear una primera impresión y cuatro años para ‘recrearla’ si resulta desfavorable”.

También es fundamental evitar muchas otras actitudes. La impuntualidad, el uso de monosílabos que no ofrecen nada de información, la ocultación de episodios de la vida personal o laboral, la crítica a jefes anteriores, etc. Ambos expertos coinciden en que, si el candidato comete cualquiera de estos errores, caerá automáticamente de la lista de seleccionados. Además, Sánchez Labella añade algunos otros: “Preguntar por el horario, las vacaciones o el salario en la primera entrevista hará que el examinador perciba que la apuesta e implicación con la empresa del aspirante no será la mejor y, por tanto, acabará con cualquier opción para él”.
Y un último consejo, esta vez de la mano de Patricia Calabuig: “Es muy recomendable remitir una carta o correo electrónico de agradecimiento al entrevistador al día siguiente o dos días después de la entrevista. Es un detalle poco tenido en cuenta y que puede conseguir que un perfil que se encontraba en el apartado de ‘dudosos’ pase al de los pre-seleccionados”, afirma. Una técnica muy incomún en nuestras latitudes que, reconócelo, jamás has empleado.

En definitiva, el manual para la entrevista perfecta quedaría más o menos así: lenguaje verbal contundente, preciso y fiable, plagado de comentarios positivos así como preguntas relacionadas con el puesto y la empresa mientras que, en la parte del lenguaje no verbal, deberá ser acorde y sincero, sin posturas teatrales o desacordes con lo que realmente sentimos. Nada de dinero, horario o vacaciones y, siempre que sea posible, un correo de agradecimiento. Y tranquilidad, mucha tranquilidad, algo que conseguirás con una autoevaluación previa y el estudio minucioso de empresa. Así, según los expertos, no habrá proceso de selección que se te resista y no volverás notar cómo se te pone cara a ameba cuando, pasada una semana, tus esperanzas de empezar a trabajar en la empresa se esfuman para siempre.