Meter A Unos Titiriteros En La Cárcel ¿Razonable O Aberrante?

El Carnaval, se dice, está para liarla. Y a veces, claro, pues se lía. Se lía parda. Eso pasó en Madrid el pasado viernes. Dentro de los actos que el Ayuntamiento había organizado para celebrar el Carnaval se había programado una actuación de títeres

El Carnaval, se dice, está para liarla. Y a veces, claro, pues se lía. Se lía parda. Eso pasó en Madrid el pasado viernes. Dentro de los actos que el Ayuntamiento había organizado para celebrar el Carnaval se había programado una actuación de títeres en la plaza del Canal de Isabel II. En principio iba a ser una tarde más. Carnaval, niños, títeres. Nada nuevo. Pero no. Resulta que la obra en cuestión, La bruja y don Cristóbal. A todo cerdo le llega su San Martín, traía cola y los titiriteros han acabado en la cárcel.

Como en todo cuento para niños hay un malo muy malo y un bueno muy bueno. La buena aquí es una bruja, una especie de alma libre que lucha por su libertad contra todos los que pretenden oprimirla. Y el opresor máximo es don Cristóbal, que además de representar el mal, es inmortal. Este don Cristóbal no es un solo personaje sino que se aparece a lo largo de la obra con varias formas. Es un periodista, es un banquero, es un policía, es un juez. Incluso es una monja. Lo peor de cada casa, vaya.

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Y es que para Alfonso L. de la T. 29 años y Raúl G. P. 34 años, los titiriteros que forman la compañía Títeres desde Abajo y han creado el argumento, estos personajes representan la escoria de la sociedad. En el blog que crearon para contar el proceso de creación de su obra tachan a los policías de “perros guardianes del orden y la ley” y en la propia obra el juez será ahorcado y la monja violada y acuchillada con un crucifijo. Todo muy para niños, sí.

El caso es que los padres de las criaturas de la plaza –sensibles, ellos- se mosquearon. Como que esperaban otra cosa, vamos. Durante la función muchos se quejaron y otros se fueron. La gota que colmó el vaso, sin embargo, fue una mini pancarta que apareció casi al final de la obra. En ella se podía leer “Gora Alka-ETA”, que, para los que andéis justo de idiomas o memoria, “Gora” significa “viva” en euskera; Alka es, según han declarado los titiriteros, un “juego de palabras” que se refiere a la organización terrorista Al-Qaeda; y “ETA” es una banda terrorista que ha asesinado a más de ochocientos ciudadanos, entre ellos profesores universitarios, empresarios, políticos o guardias civiles, en nombre de la patria vasca y esas cosas por las que uno se lanza al monte. “Viva-AlQaeda-ETA”, pues.

Así que los padres llamaron a la policía. Justo antes, el representante del Ayuntamiento de Madrid, había pedido interrumpir la obra. Los agentes llegaron y detuvieron a Alfonso y Raúl acusados de un delito de enaltecimiento del terrorismo por la pancarta, básicamente y otro contra los derechos fundamentales y libertades garantizadas por la Constitución. Este, aunque tenga un nombre pomposo, viene básicamente a garantizar que nadie incite al odio u hostilidad contra otra persona por motivos religiosos, racistas, antisemitas o ideológicos, entre otros. Es decir, que lo de violar y acuchillar a una monja o ahorcar a un juez, aunque sea así en ficción, no está muy bien visto por el código penal.

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El juez –el de verdad- además ordenó que los dos titiriteros fueran a prisión provisional para evitar que repitieran los delitos de los que se les acusa. Y a partir de aquí todo es un lío emponzoñado por intereses partidistas o semi-ideológicos. Te lo resumo, por si aún no tienes opinión. Si eres de izquierdas, progre o como lo quieras llamar, tienes que estar en contra de la detención. Y si eres de derechas, conservador o como también lo quieras llamar, pues has de estar a favor. Dicen que hay un grupo por ahí intermedio que se rigen por el sentido común. Pero son un mito. Nadie los ha visto nunca en una tertulia.

Por supuesto, el Partido Popular ha pedido la dimisión de la concejala de cultura de Madrid y por supuesto los sectores de Ahora Madrid, la candidatura ciudadana vinculada a Podemos que gobierna el Ayuntamiento, espetan que es una vergüenza que los titiriteros estén en prisión acusados de enaltecimiento del terrorismo y creen que solo se intenta desacreditar a Podemos y sus aledaños.

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, ha reconocido, por ejemplo, que la obra no era para niños, pero ha pedido la liberación de los titiriteros. El actor Juan Diego Botto saludó con un “buenas noches, compañeros titiriteros” el sábado pasado durante la gala de los premios Goya. Y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en cambio, ha apoyado a la policía y a la fiscalía.

Los titiriteros, mientras, esperan en prisión. La prisión es provisional y el auto recurrible. Es probable que salgan, aunque previsiblemente el fiscal mantendrá la acusación y tendrán que ir a juicio. Vamos, que el lío sigue. Al Carnaval, sin embargo, le quedan apenas unos días.