"Y de repente te encuentras al borde de un precipicio, sin brújula, sin mapa. Miras hacia atrás y, seguidamente, hacia delante y te preguntas: ¿y ahora qué?"
Desde que nacemos nos han enseñado a controlar las cosas que nos rodean: nos dijeron cómo teníamos que vestir, qué teníamos que aprender y qué cosas debíamos evitar, todo ello para acabar convirtiéndonos en parte del engranaje de la sociedad en la que vivimos. Tú come, estudia, ve a la universidad, trabaja, cásate, cómprate una casa, un coche, ten hijos, jubílate y muérete, así, rapidito y sin molestar. Resulta desalentador cuando se resume la vida desde esta perspectiva, como la de un tránsito que va desde que nacemos hasta el día que exhalamos nuestro último aliento.
Así nos venden la vida, como si del mismísimo Show de Truman se tratase. Pero al final, siempre llega el día en el que la realidad supera la ficción. Pasan los años, caminas, y de repente te das cuenta de que estás cansado de andar en la misma dirección, esa que tal vez ayer sí, pero que hoy, ya no te llena. Es el riesgo de marcarte grandes metas, de entender la vida como un solo camino hacia una única cima; una vez alcanzas la cumbre sientes un vacío enorme, y te ves de puntillas al borde de un precipicio, sin brújula ni mapa, sin asesor ni almohada a la que llorarle. Miras hacia delante y te preguntas: ¿y ahora qué?
Por suerte, hay matices, personas, eventos trascendentales en nuestra vida que irrumpen inesperadamente, como un giro de guion de lo presumiblemente establecido. Y te das cuenta de que esa vida programada, ese miedo al vacío, esa sensación de descontrol, hace el paseo más interesante. Te das cuenta de que no siempre seguir los pasos marcados te llevará a tu destino, que te enamorarás y te romperán por dentro, que te equivocarás y harás daño.
Pero verás que merece la pena salir, caerse y volverse a levantar. Te darás cuenta de que las riquezas no se miden en ceros en una cuenta corriente. Y también de que tu casa será el sitio donde cuelgues tu sombrero, que dejar el "trabajo de tu vida" para iniciar tus propios proyectos te salvará la vida.
Que lo que entendías en el colegio como familia no es únicamente la conformada por los de tu sangre. Que igual encontrarás a alguien que soporte tus manías, y que tú desearás convivir con las suyas. Pero oye, que igual no.
Que si tienes hijos o no ya veremos, pero que si llegan será fantástico y sin duda el mejor trabajo al que destinar tu tiempo. Que sí, que te jodes, pero que sepas que te morirás, pero te dolerá mucho más ver como los tuyos se van, a veces incluso sin avisar y sin poder despedirte.
Que la vida no tiene un guion adaptado al gusto del actor, y que sentirse a veces perdido es la mejor manera de seguir encontrándose uno mismo.
Y pobre del que siga el guion establecido, porque ese ya nació muerto.
