Si solo ves el lado negativo de las cosas puede que seas negahólico y no lo sepas

Los negahólicos son aquellas personas que únicamente centran su atención en el lado negativo de las cosas convirtiéndose en individuos insoportables.

Crédito de la imagen: Ana Konjovic 

Estamos en una época que tiende a crear neologismos para cosas que ya tienen su propio nombre y ahora le ha tocado al pesimismo. El negaholic o negahólico es aquella persona que 'tiene el no en la boca' todo el día, como decía tu madre cuando no parabas de quejarte por alguna chorrada que tenía fácil solución. Entonces, si el negadicto —sí, también se llama así— no es más que un pesimista, ¿por qué estamos 'rebautizando' este concepto? En general, para enfatizar la naturaleza de este rasgo de la personalidad y ayudar a los que lo sufren. En concreto, para vender más libros. Existen dos caras de la moneda alrededor de los 'adictos al no' y hay que tener las dos en cuenta.

Para la RAE, el pesimista es aquel "que propende -en cristiano, que tiende- a ver y juzgar las cosas por el lado más desfavorable". Según Chérie Carter-Scott, la denominada 'madre del coaching' y autora del libro Chérie Carter-Scottun negadicto es "la persona que presenta adicción al pensamiento negativo", definiendo este como "un síndrome que hace que las personas, de manera inconsciente, limiten sus capacidades convenciéndose de que no pueden conseguir lo que desean y saboteando sus deseos y sus sueños".

Si comparamos ambas definiciones vemos que básicamente son lo mismo, pero también encontramos rápidamente la diferencia. La descripción de Carter-Scott contiene las palabras "adicción" y "síndrome" con la clara voluntad de sentar cátedra científica. El peligro de estos nuevos paradigmas es que se establecen como irrefutables y dan lugar a un conjunto de soluciones que se vende como 'ciencia' y que pasa por alto algunas necesidades psicológicas, como la función positiva de la tristeza. Entonces, ¿es perjudicial hablar del negaholismo como fenómeno, como síndrome? Pues lo mismo que pasa con el vino, que una copita al día es buena, pero tres botellas no.

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Antes que nada, hay que plantearse por qué ha llegado ahora el boom alrededor de estos temas y por qué se insiste cada vez más en la necesidad de vivir enfocados al optimismo. Nuestra sociedad nos presiona, los estímulos se multiplican y se nos exige estar ‘siempre a tope’. Vivimos sometidos a un fuerte stress que, si no se combate, te lleva fácilmente a la negatividad. Por ello, es necesario combatirla con optimismo. Pero ojo, que no te obliguen a estar siempre ‘como unas castañuelas’, porque esa es la otra cara, la de un mundo que viaja en un tren de alta velocidad y que te multa si te apeas, si 'paras'.

Según Michael S. Hyatt, empresario y autor de referencia en temas de liderazgo empresarial y transformación personal, la negatividad crónica tiene múltiples efectos negativos.

  1. El pesimismo mata tu creatividad, y eso es una putada en una sociedad donde difícilmente saldremos airosos sin un poco de ideas frescas. Además, es contagioso, también mata la creatividad del resto.
  2. El pesimismo te daña emocionalmente. Las investigaciones demuestran que el pensamiento positivo hay que trabajarlo para acostumbrarnos a él, mientras que el negativo se pega como los pelos de gato. Ten en cuenta que, cada vez que incurres en un pensamiento negativo, tu sensación de bienestar se pone de luto.
  3. El pesimismo te rebaja profesionalmente. La falta de motivación afecta al desarrollo de tu trabajo y se te verá rápido el plumero de la negatividad en toda la oficina.
  4. El pesimismo daña tus relaciones. Si siempre piensas y comunicas lo peor, te convertirás en un ser tóxico para la gente que está a tu alrededor, lo que puede provocar que terminen por pasar de ti. 
  5. El pesimismo te enferma. Seguro que has oído hablar del efecto placebo. Ciertos estudios han documentado el fenómeno contrario o ‘efecto nocebo’, el cual afirma que pensar que enfermarás, de hecho, aumenta tus posibilidades de hacerlo. El pensamiento negativo puede conducir a sufrir ataques al corazón y otros problemas de salud graves, incluida la demencia. Ahí queda.

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Así que, puesto todo en perspectiva, por supuesto que no se puede focalizar solo en el lado negativo de las cosas. Para evitar un negaholismo tal que te lleve a boicotear tu propio mundo, aquí te lanzamos algunos consejos de la mano de Henrik Edberg, el fundador de The Positivity Blog.

  1. A la gente no le importa tanto lo que haces o dices. Cuando te encuentres atrapado en una espiral de pensamientos negativos proyectados, recuerda, cada uno tiene sus propias preocupaciones y pensamientos y no dedican tanto tiempo o energía a pensar en ti.  Te ayudará a liberarte de muchas autolimitaciones.
  2. Cuestiona tus pensamientos. Pregúntate si tienen una base real, si debes dejar que crezcan en tu mente. La respuesta, muy probablemente, será que no. Hacerte esta pregunta te ayudará a darte cuenta de dónde viene el pensamiento y localizarás la razón por la que te sientes así, evitando que la negatividad se expanda hacia el resto de cosas. Además, relativiza: ¿tendrá importancia en cinco años, e incluso cinco semanas?
  3. Habla. Comunicar tus preocupaciones las hace más pequeñas, guardarlas en tu mente las desproporciona. Otras personas te pueden dar una nueva perspectiva que te ayude a relativizar o a solucionar una situación.
  4. Vive en el presente. Medita. Intenta no incurrir continuamente en pensamientos negativos acerca del pasado o el futuro.
  5. Escribe tus metas. Plasmar en papel lo que te apasiona y los aspectos positivos de tu vida te ayudará a recordar todo aquello por lo que debes estar agradecido y por lo que quieres luchar.

Y, además, y esto no hace falta que lo diga ningún experto, escucha música, pasa tiempo con la gente a la que quieres y ríe, ríe mucho.