Todavía es algo común escuchar sandeces que presagian un futuro lleno de desdicha para los hijos de parejas homosexuales. Por suerte, estas son cada vez menos comunes y menos hardcore que las de hace apenas unos años. En 2005, unos psiquiatras españoles aseguraron a La Razón que estos niños y niñas estarían "incompletos" y que "entrarían en conflicto con sus relaciones personales con otros niños". Y eso hizo que, en aquel momento, fuese casi imposible imaginar que su educación pudiera convertirse en un ejemplo para todos los padres del mundo. Pero, en los últimos años, la ciencia ha saltado en defensa de estos nuevos tipos de familia a través de múltiples eLa Razón alegando que, de hecho, sus hij@s pueden tener más ventajas económicas, sociales y educativas que los nacidos en el seno de familias heterosexuales.
De hecho, y exceptuando plataformas como Hazte Oír, las cosas han cambiado hasta tal punto que una encuesta realizada en 2015 reveló que un 88% de los ciudadanos se muestra a favor de que la uniones entre personas del mismo sexo se denominen ‘matrimonio’ y de que puedan Hazte Oír. Aunque, ojo, eso no significa que tengamos que poner nuestra sexualidad al servicio de nuestros futuros hijos. “El mensaje no es que ahora todos tengamos que ser gais para que nuestros hijos tengan más ventajas. Sino que estas conclusiones deben servirnos para que niños de todos los entornos crezcan en mejores ambientes sin importar si sus padres son tío y tía, tía y tía o tío y tío”, explica Carmen Sánchez, co-directora del Instituto de Sexología de Barcelona.
Ante esta revelación capaz de acabar para siempre con los miedos que muchas personas LGTBI tuvieron al plantearse si en un futuro formarían una familia y, de paso, con la intención de ayudar a todas las parejas —sean heteros o homosexuales— a ser unos padres más conscientes en la importancia de educar desde la diversidad, hemos preguntado a Sánchez y a la sexóloga y psicóloga Núria Jorba cuáles son las razones que podrían hacer que los hijos de parejas del mismo sexo tengan algunas ventajas en su desarrollo como individuos.
El valor de tener un hijo
Como todos hemos aprendido en algún momento de nuestra vida, siempre calibramos el valor de lo que tenemos en función de cuanto nos ha costado alcanzarlo. Y en este sentido, los padres gais y las madres lesbianas no son una excepción. “Para tener un hijo han tenido que pasar por un largo proceso que les hace valorarlo más que aquellos que lo han tenido más fácil. Y esto hace que se impliquen mucho más en su educación, como participando en talleres o cursos, y en el trato que les dan a diario”, indica Jorba, que a la vez sostiene que esta realidad también se evidencia entre parejas heterosexuales a las que les ha resultado muy difícil realizar la fecundación.
Analizando ambos casos, no hay duda de que todos aquellos que se encuentran con los contratiempos que no experimentan la mayoría de padres, tienen más puntos de acabar dando lo mejor de ellos en el momento de la verdad.
El sufrimiento de los padres convertido en las virtudes de los hijos
Hay sufrimientos que nos marcan de por vida. Pero a veces, los que nos hirieron ayer pueden convertirse en las virtudes del mañana. Y la psicóloga enfatiza que esto es también lo que ocurre a las parejas del mismo sexo. "El hecho de que no se hubiesen sentido aceptados en algún momento de sus vidas y que también se hubiesen enfrentado al orden establecido al salir del armario ha provocado que, ahora, inculquen a sus hijos ciertos valores con más intensidad, como la aceptación al diferente. Un modo de hacerles mejores personas y evitar que nunca hagan sentir a nadie como ellos hicieron en su día", resume Jorba.
Un colchón económico
"En algunas ocasiones, las parejas heterosexuales se plantean tener un hijo después de que la mujer se haya quedado embarazada ‘de rebote’. Algo que puede implicar que no dispongan de un colchón económico para ofrecer una calidad de vida óptima a toda la familia", detalla Carmen Sánchez. Sin embargo, entre las parejas homosexuales si no hay planificación previa no hay bebé. Así que, como añade la sexóloga Núria Jorba, "en prácticamente todos los casos se habrán preocupado con tiempo de tener los recursos económicos que garantizarán a su hijo crecer con todo lo que merece". Con todo lo que les asegurarán estudios y un futuro próspero.
Roles más igualitarios
“En las parejas hetero los roles están muy marcados, pero en las de lesbianas y gais deben construirse y eso hace que, al final, éstos sean más igualitarios”, sugiere Sánchez, que también apunta que "de este modo los niños crecen siendo más tolerantes y con la mente más abierta". Algo que les dotará, en la medida de lo posible, de una mirada con la que no juzgarán a las personas por sus supuestos roles, sino por su personalidad. Una actitud que muchos necesitamos y que les hará promover la igualdad y la justicia entre los que les rodean.
Esta serie de argumentos se suman a la evidencia de que a nadie tendría que haberle importado nunca que un niño tenga un padre y un padre, una madre y una madre o un padre y una madre. Porque, como sostiene Jorba, “el rol de madre y padre es una tontería porque hoy ya no se habla de hombres y mujeres, sino de personas. Lo que necesitan los niños no es una figura parental o maternal, sino valores, un trato adecuado, educación y basta”. Y la ciencia ha vuelto a manifestar que eso, puede darse en todas las familias. Solo tienen que querer conseguirlo.