A veces, es una minúscula punzada en la autoestima. Otras, una dolorosa privación de lo que más ansiamos en el mundo entero. En el mercado laboral. En la familia. En el autoestima En las redes sociales. A pequeña o a gran escala, el rechazo forma parte de la vida humana. Una adversidad recurrente, un obstáculo incesante. Da vida a nuestros dramas cotidianos y, por supuesto, a nuestras más memorables desdichas. Y aunque nadie, absolutamente nadie, pueda escapar de sus garras, hay quienes lidian con el rechazo con sensatez y quienes lo hacen con sorprendente violencia, demostrando así una total incapacidad para aceptar un no como respuesta.
Guy Winch, psicólogo investigador de la Universidad de Nueva York, Guy Winch que experimentar rechazo activa las mismas áreas de nuestro cerebro que el mismísimo dolor físico. Un fenómeno que, explica, se remonta a tiempos primitivos, cuando ser rechazado del grupo suponía una muerte garantizada a manos de otros depredadores. Pero si bien esto explica la angustia y la resistencia interna al rechazo que experimentamos todos, no justifica por qué determinadas personas reaccionan ante él mediante la agresividad verbal e incluso física. Para descubrirlo debemos ahondar un poco más de la mano del psicólogo humanista Guy Winch.

Los orígenes
Según el especialista, existen tres motivaciones habituales escondidas tras una conducta violenta ante cualquier tipo de rechazo. En primer lugar, la escasez de habilidades sociales y de inteligencia emocional: "No todos somos igual de sensibles y comunicativos. Algunas personas encuentran dificultades para abrirse y expresar cómo se sienten. Cuando lo hacen y son rechazados, su incapacidad de descubrirse vulnerables o de expresar lo doloroso del rechazo les conduce a responder de una forma tosca, desde una posición donde no se sienten culpables sino desde la que culpan al otro por haberles hecho sentir de esa manera".
En segundo lugar, las heridas abiertas del pasado juegan un papel fundamental en los individuos violentas. "Algún tipo de estigma que arrastramos. Al producirse el nuevo rechazo nos trasladamos directamente a esa reacción pasada, ya desactualizada, pero que nos somete en ese momento de forma prácticamente inconsciente", apunta Castaño. Y, en tercer lugar, y la más frecuente de todas, la falta de autoestima: "La baja autoestima nos genera inseguridades y un profundo miedo a la soledad. Nos somete a una búsqueda insaciable de alguien que rellene nuestras carencias afectivas. Y, en el momento en que somos rechazados, esa parte de nosotros tan sensible se retuerce y nos empuja al acting out". Es decir, expresamos inconscientemente los conflictos o sentimientos emocionales mediante actos, en lugar de hacerlo verbalmente.

Hombres y mujeres
Esa especie de cuchillada en el corazón que sentimos cada vez que somos rechazados no entiende de géneros. Pero aunque abunden las historias de hombres y hombres que reaccionaron mal ante una negativa, las más agresivas suelen estar protagonizadas por hombres. Algo que Castaño explica de la siguiente manera: "Los hombres han sido educados para sentirse obligados a hacerlo todo bien a la primera y a no mostrar debilidad. Por eso reaccionan con agresividad, porque ser pasivos está mal visto. Las mujeres han sido educadas para sentir inadecuado cabrearse o gritar, por lo que canalizan la ira de forma pasivo-agresiva".
La agresividad en sí misma, aclara el especialista, es un sentimiento natural de autodefensa. "El problema viene cuando el espectro emocional solo se mueve en tonos de agresividad. Se responde entonces con agresividad a eventos que no deberían desencadenar agresividad, como un rechazo sentimental. Se responde de forma desadaptativa y desproporcionada", puntualiza. Una deformidad cuyas consecuencias, desgraciadamente, le son muy familiares a las mujeres. Con menor o mayor intensidad, la gran mayoría ha sufrido alguna vez reacciones en forma de insultos, humillaciones, intimidaciones o amenazas.

Clave para identificarlo
Castaño nos da la clave para identificar a ese tipo de persona que no tolera el rechazo y que responde a él violentamente: "La señal fundamental es cómo de comunicativo es, especialmente en lo que se refiere a sus emociones. Porque una persona con inteligencia emocional y crecimiento personal es mucho más capaz de ser consciente de lo que pasa dentro de sí mismo y de lidiar con sus inseguridades. Además, es mucho más capaz de responsabilizarse de esas emociones que resuenan dentro de sí mismo, permitiéndole responder de forma adaptativa y no desproporcionada". Después de todo, sentir dolor e incluso ira ante un rechazo puede ser natural, pero proyectar ese dolor e ira sobre los demás e inflingirles cualquier tipo de daño jamás está ni estará justificado.