En su día escribí una carta abierta a todos los que critican el pensamiento positivo, pero hoy me quiero dirigir a los que se pasan al extremo opuesto. En realidad es una carta para todos nosotros, que a veces olvidamos que no es lo mismo ser optimistas que auto-engañarnos, y que no podemos llamar tóxicas a todas las personas que no nos caen bien. Porque hay razones de peso para no estar siempre positivo y estas son algunas de ellas.
1. Nadie querrá contarte sus problemas
Cuando tenemos un mal día, muchas veces no necesitamos un consejo ni un empujón, sino sencillamente queremos que nos escuchen. En esos momentos es importante desahogarnos y expresar la parte negativa para poder recuperarnos y volver a estar bien y felices, y puede ser muy irritante que alguien intente decirnos que no deberíamos estar mal, antes de escucharnos. Sí, todos tenemos derecho a pataleta, al menos de vez en cuando, porque no somos máquinas que podamos darle al botón de la sonrisa y activarlo todo el día.

2. Si siempre estás sonriendo pensarán que en tu vida todo es fácil
A algunos de nosotros nos enseñaron desde la infancia a complacer, sonreír o mantenernos fuertes a toda costa, para que nadie alrededor notase que algo va mal. Pero entonces vas acumulando en la mochila de la vida muchas quejas silenciadas, rencores no curados y necesidades no cubiertas. Los demás no tienen la culpa de que crean que siempre estás bien y no tienes problemas, porque en realidad la responsabilidad es de uno mismo si no se deja apoyar, si no se atreve a mostrar su lado vulnerable.
3. Tendrás muchas decepciones y frustración
El problema del optimismo mal entendido es que no se basa en que agradezcamos y disfrutemos de nuestra realidad, sino en que no miremos lo que no nos gusta de ella. Por supuesto que hay que soñar y tener esperanza, pero no deberíamos negar las barreras reales. Por ejemplo, si admites que no dominas el inglés puedes mejorar en una academia, y si admites que te sobran unos kilos te apuntarás al gimnasio. Se puede ser feliz sin saber inglés y con sobrepeso, pero no tiene sentido negar la realidad para poder ser felices, porque eso nos impide seguir mejorando y nos desconecta de los demás.
4. No tendrás un plan B
Siempre decimos que hay que saber ver una oportunidad en cada problema y que para poder lograr grandes metas hay que creer que es posible. Hay que apostar por lo mejor, pero prepararse para lo peor, y así podremos seguir felices incluso si la vida se tuerce y no encaja con nuestras expectativas. Por supuesto que ayuda mucho la confianza en uno mismo para triunfar en un examen, una entrevista de trabajo o al presentar una startup a un inversor, pero no tiene sentido que ignoremos la posibilidad de que vaya mal, pues así podremos tener otros planes alternativos.

En resumen, que por supuesto que hay que motivarse y enfocarse en el lado bueno de las cosas, pero no deberíamos negar lo que no nos gusta ni auto-engañarnos, porque a largo plazo eso se convertirá en menos felicidad, por irónico que pueda parecer. En la escala de los grises, en el punto medio y en la armonía de tristeza y alegría es donde se encuentra la felicidad auténtica y sana.