Llevas unos meses saliendo con alguien. Y hasta ahora todo ha sido realmente sencillo. Como la seda. Como un río precipitándose inevitablemente hacia el mar. Así de bien ha fluido. Pero de repente, y sin previo aviso, ha comenzado a comportarse ligeramente diferente contigo. No es algo muy significativo. No es como si fuera otra persona. Pero hay algo que no te encaja en el ambiente. Como si tu mente ya no fuese capaz de predecir sus acciones como había hecho hasta el momento. Se encienden las alarmas. La ansiedad arranca desde la amígdala para conquistar todo tu cuerpo. ¿Por qué te sientes así?
Cuando alguien rompe nuestros esquemas
Después de todo, las personas no son máquinas infalibles. ¿Y qué si está un poco rarx? ¿Y qué si notas algún cambio en su mood? Quizá esté hormonalmente afectado. Quizá esté pasando alguna situación delicada. Quizá le sientan mal los días de mucho calor. ¿A qué viene tanto drama? Bueno, en realidad, y según explican en la revista digital Mel Magazine, lo que te está pasando es completamente normal. En palabras de la psicóloga Jessica Stern, "en muchos sentidos, nuestros cerebros son máquinas de predicción y si el comportamiento de alguien cambia repentinamente, interrumpe el esquema y viola las expectativas".
Un panorama que tu cerebro detesta con intensidad. De hecho, y a la mínima, "las partes más primitivas del cerebro, como la amígdala, se activan y pasas al modo lucha o huida". En cierto sentido, esas predicciones rotas te sacan de tu zona de seguridad, de tu zona de familiaridad, de tu zona de confort. Te sumergen en escenarios llenos de incertidumbre y tu cerebro se agita porque no le gusta nada la incertidumbre. Ama tener todas las respuestas. Ama conocer el camino. Ama poder anticipar las cosas. Especialmente cuando se trata de un cerebro con tendencia a la complacencia. En esos casos el problema es aún mayor.
Los cambios están fuera, no dentro de ti
Como cuenta en este mismo medio la psicóloga Carla Manly, "lxs complacientes a menudo intentan leer a lxs demás para hacer felices a todxs". Si pueden predecir sus intereses, si pueden predecir sus reacciones, tiene mayor poder para amoldarse a ello y contentarlos. Por eso desean tanto comprender a sus parejas. Lo malo, añade la propia Manly, es que "pueden sintonizarse mucho con los posibles cambios en el comportamiento para crear homeostasis". Son verdaderamente susceptibles a las alteraciones de su entorno. Si eres de esa clase de personas, las actitudes extrañas en tu pareja deben disparar tu ansiedad.
¿Pero cómo manejarlo? "Cuando experimente tal ansiedad, puede ser útil recordar que el cambio en su comportamiento trata sobre ellos y no sobre ti", asegura Stern. Esto debería conducirte a un cambio en el método de extraer respuestas. En lugar de preguntarle algo así como "oye, ¿estás enfadado conmigo?", puedes optar por preguntas como "oye, ¿te encuentras bien?". Es decir, preguntas menos personalizadas en ti. Al fin y al cabo, tú no eres quien está comportándose extraño. Tú no eres el protagonista. En última instancia, la respuesta a los conflictos en las relaciones es siempre la misma: comunicación efectiva y empática.