El contenido de nuestras palabras es muy importante, pero probablemente lo sea aún más la comunicación no verbal que desprendemos mientras emitimos cualquier mensaje. Hasta tal punto es determinante que, tal y como ya te contamos, podemos descubrir las mentiras simplemente observando los gestos de los demás. Una capacidad que compartimos con otros hominoides. Por ejemplo, tanto humanos como monos tendemos a los gestos en situaciones de estrés. Es un lenguaje universal. Y se manifiesta de muchos modos, también en la manera en la que saludamos, la cual dice mucho de nuestro carácter.
Así, y según cuenta el especialista en psicología Ronald E. Riggio en una publicación para Psychology Today, "la calidad de tu apretón de manos durante una entrevista de trabajo hace una gran diferencia en si obtienes el trabajo o no" y "un saludo apropiado y educado en la primera reunión es crucial para la calidad de la interacción y determina si va a haber interacciones futuras". Porque tus movimientos y tu actitud no verbal transmiten muchísimo más de lo que podrías imaginar. Riggio, conocedor de este efecto, decidió investigarlo con más profundidad para determinar qué saludos se relacionan con qué personalidades.
Y lo primero que descubrió es que existen ciertos condicionamientos vinculados a los géneros o a los sexos, ya que "las parejas de sexo mixto tendían a abrazarse más, mientras que las parejas del mismo sexo tendían a estrechar la mano o golpear liferamente a la otra persona en el hombro". Es una vieja herencia cultural. En pleno siglo XXI, seguimos saludando de manera diferente a quienes pertenecen a nuestro género. Y, en este sentido, las personas que saludan a todas las personas por igual demuestran una mayor apertura y una mayor libertad respecto a los condicionamientos clásicos. Eso es indudable.
Además, y como subraya Riggio, las personas extrovertidas, las personas exhibicionistas, las personas muy hábiles socialmente y las personas muy expresivas se involucran en saludos más íntimos. Por el contrario, las personas introvertidas, reservadas, tímidas o con habilidades sociales más limitadas, y en consecuencia con mayores inseguridades, acostumbran a saludar de una manera más distante y fría. Esto es importante. La próxima vez que conozcas a alguien y no recibas un saludo a la altura de tu entusiasmo, quizá podrías plantearte que no te está rechazando, sino que simplemente está nervioso.
De hecho, y por encima de cualquier otro rasgo social, "las relaciones más fuertes se dan entre las habilidad sociales de una persona y la intimidad del saludo, lo que sugiere que se puede aprender y desarrollar". Por un lado, trabajando en la autoestima y en las habilidades sociales. Y, por otro lado, prestando atención a cómo saludas a los demás, ya sean familiares, amigxs o extrañxs. Así podrás encontrar patrones comunes, ver si te satisface esa manera de saludar y, en caso contrario, ir animándote a dar pequeños pasos. La finalidad no es que acabes lamiendo a alguien al saludarlo, pero sí que puedas mostrar tu verdadero sentir.