Los trastornos mentales rara vez dependen de un único desencadenante. Detrás de un cuadro de ansiedad o de un cuadro de depresión se esconden múltiples condicionamientos. Desde las experiencias vividas al nivel de desarrollo o actividad de algunas regiones concretas de nuestro cerebro, y pasando por las hormonas, los neurotransmisores y por supuesto los genes. En este sentido, los científicos ya sabían que los genes estaban involucrados en la propensión a padecer depresión. Pero una nueva investigación acaba de descubrir que determinados genes relacionados con nueva investigación influyen fuertemente en su aparición.
El cronotipo, para quien no haya oído hablar nunca de él, "es la predisposición natural que cada persona tiene de experimentar picos de energía o momentos de descanso según la hora del día" según explica el Instituto Internacional de la Melatonina. En consecuencia, es el reloj interno que nos impulsa a dormir de una determinada manera. Así, encontramos personas con una predisposición natural a madrugar. No sufren por hacerlo, sino que lo aman. En cambio, otras personas tienen mayores niveles de energía en las noches y verdaderos problemas para levantarse temprano. Estas últimas tienen mayor riesgo de depresión.
¿Pero cómo lo descubrieron los investigadores exactamente? Pues mediante un vasto análisis de ADN de más de 450.000 personas de entre 40 y 70 años de Inglaterra, Escocia y Gales. En concreto, los autores buscaron "variantes genéticas específicas asociadas con la preferencia diurna", tal y como apuntan desde Inverse. En el transcurso del análisis también consultaron a los participantes acerca de cuánto disfrutaban al despertar, de sus actividades diurnas y nocturnas y de sus horarios laborales. Con toda esa información llegaron hasta una conclusión inequívoca: las personas matutinas suelen gozar de una mayor salud mental.
En palabras de los especialistas de Inverse "las personas matutinas y las que prefieren despertarse temprano tienen menos probabilidades de expresar marcadores de depresión clínica en comparación con las personas nocturnas". Además, y en líneas generales, estas personas madrugadoras también informaron de un mayor bienestar en sus vidas. Pero aquí una trampa. En realidad, alegan los autores del estudio, no existe un problema natural con las personas que tienen predisposición a funcionar por las noches y dormir en las mañanas. El problema es que la vida laboral y social les impulsa a traicionar su tendencia innata.
Así, la inmensa mayoría de las personas con tendencia noctívaga ven frustradas sus impulsos naturales, sus tic-tacs internos, para poder encajar en un mundo mayoritariamente mañanero y diurno. En este sentido, es importante conocer nuestro cronotipo. Quizás, para los nocturnos, esos trabajos de noche que la mayoría de personas suele detestar pueden ser una bendición. Como dicen en Inverse, "ajustando los horarios de sueño o los horarios de trabajo para que coincidan con nuestro ritmo circadiano estamos un paso más cerca de aliviar los síntomas de la depresión". Así que... ¿para cuándo el teletrabajo flexible?