Tener un propósito en la vida te hace más feliz. Algo en lo que creas. Algo que armonice con tus valores más elementales. Algo en lo que no te cueste absolutamente nada invertir tus esfuerzos porque entras con facilidad en estado de flow. El problema es que muchas personas viven el propósito que otrxs han decidido para ellas. La mayoría de las veces sus padres. Otras el contexto social. No se sienten más felices siguiendo y dedicando su energía a ese objetivo porque no lo desean de corazón. Y, lo peor de todo, han sido influenciadas de tantas maneras y durante tanto tiempo que ya no saben distinguir entre sus propios sueños y los que lxs demás han plantado en ellas. Pero existe una solución.
Se trata de la técnica de las sillas vacías desarrollada en el seno de la corriente psicológica Gestalt. Como explica en una publicación para la revista especializada Psychology Today la médica y escritora Chris Gilbert, “la técnica de las sillas vacías está diseñada para ayudar a las personas a explorar y expresar sus pensamientos y sentimientos hacia una persona imaginaria”. Por ejemplo, y para descubrir si tus sueños son verdaderamente tuyos, debes sentarte en una silla y hablar en voz alta acerca de ello. Sin audiencia. Sin limitaciones. Sin reglas. Solo ponte a hablar de tu propósito vital con la máxima libertad del mundo. Deja que tu cerebro fluya. No hay nadie ahí para juzgarte.
Durante tu monólogo, y esta es la parte clave de esta técnica, debes tratar de estar muy consciente de los sentimientos físicos que brotan en tu cuerpo. ¿Experimentas un subidón de emoción cuando hablas de ser dobladorx de películas? ¿Notas cómo se te acelera el corazón cuando te ves a ti mismo cuidando de animales salvajes para reinsertarlos en sus hábitats? ¿No puedes dejar de imaginarte centrándote en una familia cuando divagas sobre tu propósito más profundo? En palabras de Gilbert, “si sientes burbujas en tu corazón u otros sentimientos físicos muy agradables, es probable que estés describiendo tu propio sueño de vida”. Tu organismo no te engaña. Sabe lo que amas.
Y lo mismo en la dirección opuesta: ¿se te pone un nudo en la garganta al pensar que dedicas tu vida a determinado propósito? ¿Crecen tus niveles de ansiedad al hablar en voz alta de ese futuro que tenías planeado? ¿Te revuelves en la silla narrando ese propósito que tenías claro hasta ahora? En estos casos, “es posible que estés describiendo el sueño de tus padres o de otra persona para ti”. Y aquí viene la mejor parte: dale a cada silla el nombre que corresponde. La silla de los sueños de mis padres. La silla de los sueños de mis profesorxs. La silla de los sueños de mi pareja. La silla de mis sueños. Pon esta en el centro y desde ahí dile lo que piensas a las demás. Es la que manda.