Por qué A Veces Perder Lo Que Más Queremos Es Lo Mejor

En el curso de nuestra vida, damos demasiado por algunas cosas que terminamos perdiendo. A veces, perdemos hasta a personas que amamos.

En el curso de nuestra vida, damos demasiado por algunas cosas que terminamos perdiendo. A veces, perdemos hasta a personas que amamos. Sin embargo, no siempre esto es lo peor. Nuestro pensar en el instante de lo sucedido es que no nos podremos recuperar y que esto era, pues, todo. No queremos seguir adelante y vivimos en una depresión impuesta por nosotros mismos, pero, ¿te has puesto a pensar qué deparará el día de mañana? Tal vez no, porque te encuentras en ese estado del que todos desean salir y nadie desea estar.

Contaré una pequeña historia que no tiene que ver directamente conmigo, pero que le sucedió a un amigo que conocí casualmente en una de las playas más hermosas de mi país: Chuao, en el estado Aragua, Venezuela; un lugar donde pasé mis vacaciones de Semana Santa el abril pasado.

Estábamos ya llegando al lugar donde teníamos nuestras carpas para pasar el fin de semana, éramos en total 7 personas contando dos extranjeros. Eran dos argentinos que decidieron venir a Venezuela a pasar sus vacaciones para conocer muchos sitios fantásticos de mi país, tales como: Los Roques, Roraima, Chuao, etc.

En una noche en la que compartíamos todos un trago y un poco de comida mientras contábamos historias, al argentino se le ocurrió contarnos cómo llegó a Venezuela. El año pasado, en un viaje que hizo a Cuba para conocer sus playas, se encontraba con su novia. Él, siendo irresponsable, decidió irse a una fiesta que quedaba cerca del lugar donde se hospedaban, y allí cometió uno de los errores más grandes de su vida: engañó a su novia. Sabía muy bien que estaba mal y decidió aceptarlo y enfrentar el problema. Su novia, que tenía un temperamento un poco delicado, decidió romperle el pasaporte y tirarlo, e irse de nuevo a su país, Argentina. Al ella volver dejaba al argentino sin dinero y sin forma de volver a su país. Tenía solo "Rayuela", de Julio Cortázar, y su guitarra.

Tocando y buscando dinero de cualquier forma, Lionel el argentino logra conocer a un cubano que lo ayuda en su situación. Logra llamar a sus amigos en Argentina para que le compren su pasaje de vuelta a su país y salir de allí; pues bien, al llegar de nuevo a su hogar tiene que lidiar con los problemas con su exnovia, la familia que lo quería matar nunca especificó si era literal y los problemas posteriores a esto.

Tras unas semanas, el cubano le llama y le comenta que irá a Buenos Aires en un viaje de negocios. Todo bien hasta ahora. Lionel había podido lidiar con sus problemas y el cubano pasaría a visitarlo en algún momento a Bariloche. En cuestión de semanas, el cubano lo llama con mucha urgencia y le dice: "Amigo, tengo un problema. Me voy de fuga con la esposa de mi jefe a Bariloche, necesito tu ayuda". Lionel le responde: "Claro, vente, aquí consigo dónde hospedarte". Después de que pudieran resolver todos los problemas, el cubano le pregunta a Lionel cómo lo podía hacer para conseguir dinero, pues necesitaba subsistir, producir. A Lionel se le ocurre una idea genial, debido a que el cubano le encantaba bailar y al parecer bailaba salsa muy bien, y decidió abrir una especie de escuela en el pueblo, donde enseñaría a cualquiera que se inscribiera a bailar. Bueno, ¡la escuela fue un éxito! Muchas personas se inscribieron en ella y al parecer tenía una gran receptividad en las personas debido a que el maestro era habilidoso.

Más tarde, en la escuela se encontraba un amigo de Lionel, al cual le estaba costando muchísimo conquistar a una chica que le gustaba mucho. Después de charlas y largos paseos, días que pasaron y buenos momentos, Lionel termina conquistando a la chica en vez del amigo, este conquista a otra chica y meses más tarde... ¡queda embarazada la novia de Lionel! Al final del camino, terminamos todos, incluidos Lionel y su novia, sentados en la orilla de una hermosa playa venezolana escuchando atentamente contar su historia mientras en el pueblo, a unos 2km de distancia, se celebraba una fiesta a la cual Lionel decidió no asistir. Aprendió su lección de no tomar alcohol fuera de su círculo de amigos.

La moraleja es muy sencilla: Lionel perdió todo lo que en su vida amaba, para encontrar cosas aún mejores, cometió uno de los peores errores de su vida para no volver a cometerlo. Perdió, sobrevivió y ahora es más feliz. No debemos olvidar lo importante de las pérdidas y las ganancias. En nuestra vida, luchar contra las pérdidas son batallas perdidas, lo que debemos hacer es aprovechar las pérdidas para convertirlas en ganancias.

Por hoy, ¡no dejes de pensar en el mañana!

Crédito de la imagen: En Busca De La Felicidad