Reconozcámoslo: todos tenemos inseguridades, al menos, en algún aspecto de nuestra vida. En relación a un ámbito en el que no nos desenvolvamos especialmente bien, por ejemplo. O puede que sí sepamos sobre este asunto y que sea justo eso lo que nos haga ser conscientes de todo lo que nos queda por aprender; o, también, que temamos enfrentarnos, por primera vez, a algo hasta el momento desconocido… Las inseguridades no son algo que deba alertarnos más de la cuenta, siempre que esos sentimientos no nos dominen y nos invadan a cada paso que demos. Es ahí cuando se origina un verdadero inconveniente que puede comenzar a afectar a la propia conducta y a nuestro comportamiento.
La falta de confianza en uno mismo -o la baja autoestima- puede derivar y manifestarse a través diferentes tipos de problemas. ¿Sientes que, normalmente, no estás a la altura? ¿Piensas que no mereces esos logros o éxitos cosechados en tus estudios o en tu vida laboral? Entonces, puede que sufras lo que se conoce como ‘síndrome del impostor’, y no te preocupes: ni eres un impostor ni tampoco estás solo, es más común de lo que crees. Según la doctora Valerie Young, experta en este fenómeno, siete de cada diez personas lo han sufrido alguna vez en su vida.
Que levante la mano el que se haya sentido así alguna vez
Este síndrome fue descrito como concepto por primera vez en 1978 por las psicólogas clínicas Suzanne Imes y Pauline Chance. Con él quisieron explicar esos sentimientos y sensaciones que experimentan quienes se anclan en la idea de que no son lo suficientemente brillantes, y que incluso han engañado de alguna manera al resto para que piensen que sí lo son. Y todo pese a los amplios logros y a la evidencia objetiva, que no afectan a la creencia de ser un impostor.
Aida Baida Gil es la autora del libro Cómo superar el síndrome del impostor y cuenta que se sintió muy identificada cuando oyó hablar de él a la doctora Young. “Tuve esa sensación durante toda mi carrera científica. Pensaba ¿qué hago yo aquí? Después me di cuenta de que le sucedía a mucha más gente, especialmente, en profesiones donde la competencia es muy alta”, aseguraba a la BBC.
¿Qué factores favorecen que se padezca el síndrome del impostor? En primer lugar, podría tener mucho que ver el ser criado en un hogar donde un hermano sea denominado como el “inteligente” y el otro como el “social”. Cuando el hermano designado como el “social” alcance logros a lo largo de su vida, puede llegar a atribuir su éxito a ese hecho o a alguna otra circunstancia, no a ser inteligente o digno de ello. Por otro lado, en los esfuerzos que dedique el hermano “inteligente” a alcanzar una meta, podrá sentirse culpable por tener que trabajar también para ser ser percibido como tal.
También los miembros de grupos o colectivos minoritarios son propensos a sentirse como farsantes y pueden llegar a asociar sus éxitos a otros factores, como a las medidas de discriminación positiva, en lugar de a sus propias habilidades. En realidad, todo escenario en el que consideremos que cualquier otro agente es el causante de nuestros triunfos, en lugar de nuestras propias aptitudes, puede provocar que nos sintamos como un impostor.
Según Baida, existen dos niveles del síndrome: uno temporal, que surge cuando nos sentimos inseguros ante un nuevo reto -como un nuevo puesto de trabajo-, y otro más grave y que suele empeorar con el tiempo: “Asumes que tu éxito es cuestión de suerte y nunca lo achacas a tu inteligencia, sino a factores externos”, afirma.
¿Cómo podemos dejar de sentirnos así? ¿cómo podemos disfrutar de nuestros logros sin ninguna culpa? ¿Cómo aumentar la confianza que tenemos en nosotros mismos y alejarnos de la negatividad? Veamos algunos consejos que nos dejan los expertos.
1. Antes de nada, da las gracias
Antes de plantearte cualquier cosa más, Aida Baida aconseja que lo mejor que puedes hacer es comenzar a dar las gracias la próxima vez que recibas un cumplido. “Sin dar excusas, sin justificarte. Simplemente dar las gracias”, insiste. Parece una tontería, pero es un pequeño paso firme hacia la aceptación de nuestros triunfos y logros. Por una vez, hay que creérselo.
2. Busca un mentor
Busca a alguien a quien admires y con el que puedas abrirte y ser sincero. Un mentor puede tranquilizarte e iluminarte con sus propias experiencias, y será una persona a quien escucharás y tomarás en serio porque confías en su palabra. Además será muy útil para que te des cuenta de que nadie es perfecto y de que eres totalmente merecedor de tus victorias.
También ten en cuenta que, aunque es frecuente padecer el síndrome del impostor, también lo es que vaya disminuyendo con la edad y la experiencia.
3. Tómate un tiempo para reflexionar
Echar cuentas de las experiencias propias para valorarnos y ser consciente de lo que eres capaz también es una buena idea. Puede ser de ayuda hacer una lista o llevar un diario en el que recojas los logros, avances, saberes, etc. Así te estarás dando un feedback positivo con el que interiorizar tu valía.
4. Márcate unas expectativas razonables
No hay nada peor que tener unas expectativas demasiado altas o muy alejadas de nuestra realidad y contexto actual para desmotivarnos y desalentarnos. Y eso implica, además, que aumenten nuestras inseguridades, al no apreciar avances en nuestra andadura hacia nuestras metas. Así que tenlo claro: elige pequeños pasos realistas que te permitan evaluar y valorar tus progresos. Eso te empujará aún más para seguir.
5. Deja de compararte con otras personas
En primer lugar, debemos establecer nuestras propias medidas y definiciones del éxito sin compararnos con nadie más. Si resulta complicado evitar esas comparaciones, es, probablemente, porque no conocemos lo suficiente a esas personas ni sus miedos, contextos, prioridades.... Además, siempre habrá personas con más éxito que nosotros o a las que le vaya mejor en la vida. De poco nos sirve medirnos con ellas, principalmente, porque estamos aquí para vivir nuestra vida, no la de otros. Lo mejor que podemos hacer es tener nuestra propia identidad y crear nuestros propios proyectos y objetivos personales y, sobre todo, identificar qué es lo importante para nosotros en la vida.
Y, por supuesto, si lo necesitas, no lo dudes: busca la ayuda de un profesional. El primer paso, que es reconocer el problema, ya lo tienes. Ahora toca avanzar.