Los datos extraídos por el investigador Justin Lehmiller, del Instituto Kinsey de los Estados Unidos, no dejan espacio a las dudas: nos encanta el lenguaje sucio en la cama. En concreto, el 93% de las mujeres, el 90% de los hombres y el 86% de las personas no binarias han fantaseado alguna vez con las guarradas verbales en la cama. Además, y según sus encuestas a más 4.175 participantes, el 56% de las mujeres, el 43% de los hombres y el 42% de las personas no binarias lo hacen bastante a menudo. Parece ser una fantasía bastante universal, pero algunas personas la experimentan más que otras.
El propio Lehmiller explica algunos de las motivos que se esconden habitualmente tras esta fantasía en una publicación para el medio especializado Psychology Today. En primer lugar, parece que fantasear más acerca del lenguaje sexual tiene que ver simple y llanamente con una mayor capacidad de fantasear. En palabras de Lehmiller, "las personas con altos rasgos de apertura a la experiencia y aquellas que informaron tener una imaginación activa reportaron más fantasías sobre hablar sucio". Algunas personas sencillamente son más juguetonas que otras y tienen fantasías más variadas.
Pero no solo importa la apertura hacia las nuevas experiencias y la capacidad imaginativa, sino que también parece desempeñar un papel importante la extroversión. En concreto, y según el especialista, "aquellos que son más sociables y extrovertidos parecen encontrar que los gemidos durante el sexo son más atractivos eróticamente, mientras que los introvertidos parecen encontrar más excitante el sexo tranquilo". Cabe decir que, como explica Lehmiller en esta misma publicación, la expresión de lenguaje sucio durante el sexo y los gemidos son dos caras de una misma moneda.
Eso sí, las encuestas realizadas por este psicólogo especializado en sexualidad humana demuestran que "las mujeres fantasean con el lenguaje sucio más que los hombres" mientras que "los hombres fantasean con los gemidos y los gritos más que las mujeres". Además, también existen diferencias en lo que respecta al "grado de suciedad" del lenguaje. Como apunta Lehmiller, hasta un 52% de las mujeres reconocieron fantasear con ser llamadas "puta", "perra", "zorra" u otro término despectivo durante el sexo, mientras que solo un 35% de los hombres reconoció fantasear con ser llamado por términos despectivos.
En este sentido, Lehmiller descubrió que quienes fantaseaban más con ser llamados despectivamente solían reportar también una menor autoestima. "Estas asociaciones eran pequeñas. No son indicadores inherentes de cómo nos sentimos con nosotros mismos. Pero nos dice algo. Quizá para algunas personas sea una forma de erotizar sus inseguridades personales", explica el autor del estudio, que añade también que tener más fantasías sobre el lenguaje sucio podría deberse a una actitud "más positiva hacia el sexo" y una tendencia a "disfrutar de encuentros sexuales más emocionantes y aventureros".