La actitud de la gente ante sus sueños es curiosa. Todo el mundo tiene algún proyecto en mente, sin embargo pocos se atreven a ir a por él. Tenemos la suerte de vivir en una sociedad llena de opciones y en la que prácticamente podemos abrir cualquier puerta que queramos, pero solemos encontrar excusas para aplazarlo, y la mayoría se pasa el tiempo esperando a que se las abran como si el mundo les debiese algo. ¿Cuánta gente habrá muerto con cosas por hacer? Esas personas ya no van a poder cumplir sus deseos; nosotros estamos vivos, por ahora.
Aquel que se cree que tiene mucho tiempo está cometiendo un error fatal. La verdad es que nadie sabe de cuánto tiempo dispone, y cada día que pasas esperando a que alguien haga algo por ti es un día perdido. No se trata de darle un vuelco a tu vida o de exprimirse en busca de objetivos que podrían no llegar; basta con que cada noche te vayas a dormir sabiendo que has hecho algo para estar más cerca de ellos.

Muchos pequeños pasos hacen un largo camino, pero hay que ponerse a andar. No somos Mahoma, la montaña no se va a mover y decir cuánto nos gusta no nos va a acercar a ella. Es así de simple. ¿Qué puedes perder por intentarlo y no conseguirlo? El tiempo precisamente es una de las excusas más utilizadas para no hacer nada. Dicen que no vale la pena invertir parte de tu vida en algo que no es seguro que lograrás. Se olvidan de que la vida está para disfrutarla, y gastar la tuya en algo que te gusta jamás puede ser malo aunque acabe en nada.
Otra de las cosas que se dicen para evitar ponerse a ello es "que es difícil". ¡No me jodas, hombre! Si triunfar fuese fácil todos iríamos vestidos de etiqueta. Y no solo es difícil, sino que al mismo tiempo que tú, habrá otras tantas personas que estarán buscando lo mismo. Pero eso no es excusa para quedarte de brazos cruzados; precisamente debería ser una motivación para trabajar más duro, y para hacerlo ahora. Al fin y al cabo eso es lo que nos va a quedar el día de mañana; saber que lo hemos dado todo por conseguir lo que queríamos.

La gente se suele acomodar en su vida y no se hace la pregunta más importante de todas: cuando llegue el momento en el que ya no pueda cumplir mis sueños, ¿me arrepentiré de no haberlo intentado? A no ser que hayas tenido mucha suerte en la vida, creo adivinar que la respuesta es sí. Porque hay pocas cosas que atormenten más que saber que pudiste hacer algo por ser más feliz y no lo hiciste.
Así que no esperes a que nadie te ayude, tal vez lo hagan, pero no tienen por qué; no te pases la vida esperando a que se den las condiciones idóneas, créalas tú; no seas otra de esas personas que murió sin intentar vivir al máximo su vida.
Crédito de la imagen: Theó Gosselin