Sí, así como suena, sin miramientos, como el mismísimo personaje de Julia Roberts en Novia a la Fuga. La vida son esas vueltas, esas idas y venidas que damos nosotros mismos. Un día eres la persona más enamorada del mundo y al día siguiente decides que lo mejor es hacer las maletas y dejar a tu pareja.
No sé si es mucha o poca la gente que ha padecido este brote repentino, pero lo cierto es que cada vez hay más casos del tipo “¿Que lo han dejado?”. El proceso es tan brusco que ni los propios protagonistas se lo esperan, y de un día para otro uno de los dos se levanta y decide romper con todo.
Es cierto que los mileniales no somos muy de comprometernos, ni de dar grandes pasos como el matrimonio, pero sí se nos da bien cambiar de opinión, apelar al inconformismo y ser un tanto resbaladizos. Vamos, que igual mañana ya no vamos a trabajar, o nos compramos un billete para mudarnos a la otra esquina del mundo.
El carácter “libre” de nuestra generación ha provocado grandes consecuencias en las parejas. Las relaciones sentimentales más longevas, más afianzadas y más “ideales” terminan en muchas ocasiones de la forma más extraña. No hay explicación más allá del agobio, del miedo... Es un giro inexplicable de guion que solo el tiempo puede llegar a comprender.
La cuestión está en saber cómo eran esas relaciones verdaderamente, conocer más allá de la aparente felicidad que transmiten y entender que no todo es para siempre. Ahí reside el mayor de los males, porque en este tipo de circunstancias de pareja siempre habrá alguien que se encargue de huir, y alguien que tenga que entenderlo.
No querer ver la realidad es uno de los grandes errores de la humanidad, no hay mejor cosa que apreciar y analizar lo que tienes ante ti, darte cuenta de cómo han evolucionado esos sentimientos y hacer un balance de posibilidades.
¿La ruptura puede pillarte por sorpresa?
Si eres de los que has visto señales de humo y las ha dejado de lado, no te hagas el sorprendido. El fuego estaba ahí, no has hecho nada y ahora te has quemado.
Si eres de los que vivía en un espejismo y la noche anterior te había llevado a tu restaurante preferido como cada viernes, tienes motivos para entrar en shock.
¿Podrías haber evitado el final?
Milenial, siempre se ha dicho que una relación es cosa de dos, pero lo cierto es que en las rupturas los porcentajes de protagonismo no siempre son iguales. Hay que estar preparados para todo, no se trata de desconfiar, pero sí de abrir los ojos; debes vivir tu relación y alimentarla como una parte más de tu vida, no como tu vida entera.
Cuando se pone fin a un conflicto, siempre quedan protocolos de seguridad que vigilan la calma nerviosa. Si ves que tu relación no pasa por un buen momento y crees que puedes solucionarlo, hazlo. Responde a todas esas sombras que a veces dejamos pasar para fingir que todo sigue en orden.
¿Qué se supone que pasa ahora?
Está bien, si has hecho todo eso que se debe hacer para mantener una relación sana, en su momento te propuso hasta el matrimonio y ahora simplemente te ha dejado, no eres tú, es algo que estaba forzando tu relación y que hasta ese momento no había salido a la luz.
No busques culpables, a veces simplemente ocurre. Pero, como ya hemos dicho, tu pareja debe ser una parte importante de tu vida, pero no la única. Abre caminos y corre por ellos con las mismas ganas de siempre, prepárate para afrontar posibles desvíos y sobre todo no fuerces. Forzar no es de mileniales, así que adelante con la felicidad.
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