Tendemos a confundir muchas veces el pensamiento positivo con el optimismo ciego. Tener una actitud positiva en la vida y tratar de ser feliz no significa que nunca estemos tristes ni enfadados, ni que vayamos a dejar de tener problemas. El optimismo ciego sería esconder la cabeza como el avestruz, para no mirar nunca aquellas cosas que no nos gustan, pero las personas positivas también necesitan llorar de vez en cuando, dudar y tener miedo. Hace falta recordar la necesidad que tenemos de llorar de vez en cuando, enfadarnos y otros muchos comportamientos que no son tan negativos como solemos pensar, y que en realidad nos hacen más fuertes y más humanos.
Llorar
Muchas personas a las que les sienta mal una comida no son capaces de devolver, y eso en realidad es una limitación, porque lo sano, cuando algo te sienta mal, es sacarlo, y así uno se limpia por dentro, se desintoxica. Con las emociones pasa igual, y cuando alguien llora, en realidad tiene una habilidad: la de liberar tensiones acumuladas y poder renovarse para seguir adelante. Ahora bien, está claro que igual que no vomitamos en plena calle, también es lo suyo que elijamos el mejor momento y lugar para derramar todas nuestras lágrimas. En todo caso, más vale llorar a tiempo que quedarse atascado en una emoción durante semanas, meses o años.
Sentirte perdido
Dudas, confusión, un trabajo que ya no te llena, o discusiones con la pareja que no tienen fin... No siempre será todo de color de rosa, ni serás todos los días esa persona que pisa fuerte y sabe lo que quiere sin pestañear. Lo que hará que elijas con fuerza, que tengas buen criterio y que cuando digas "sí" ese sea un auténtico "sí", es que a veces dudas, a veces no lo tienes tan claro, y hay etapas en que necesitarás pararte, buscar dentro de ti, y recuperar la armonía perdida.
Enfadarte
“Traga sapos y vomitarás dragones” es una frase muy cierta. Hay personas que nunca se enfadan por nada, y después lloran sin saber por qué, o explotan en el peor momento. Es mejor sacar el enfado cuando algo no nos ha gustado, y además hace que nuestras relaciones personales sean mucho más auténticas y honestas. No podemos confiar en alguien que sonríe cuando quiere llorar en realidad, o que finge que no pasa nada cuando en realidad se han enfadado por dentro y ni siquiera se lo admite a sí misma. Si algo nos sienta mal, lo mejor que podemos hacer es liberar ese malestar, explicándoselo a la persona, o si no tenemos confianza con ella, podemos utilizar el deporte u otras técnicas para sacar tensiones.
Estar solo
Hay momentos en que la vida nos pone delante de esa persona que nos conoce totalmente, ante la que no podemos disimular: nosotros mismos. Por eso es incómoda la soledad, e igualmente necesaria: porque nos hace desnudarnos emocionalmente, exponernos a la verdad más pura, a esa que se esconde debajo de las sábanas de la cama, cuando nadie está mirando; a esa que subyace bajo la sonrisa que a veces ponemos para no mostrar nuestra vulnerabilidad. Nos podemos engañar a nosotros mismos durante un tiempo, pero cuando estemos solos durante un largo tiempo, algo que en la vida ocurre a veces, la verdad quedará desenmascarada. Más vale empezar a llevarnos bien con nosotros mismos, y hacernos nuestros mejores amigos.
No escuchar
No todas las personas saben dar buenos consejos y, de hecho, a menudo un consejo está contaminado por prejuicios de la otra persona, o por sus propias proyecciones de sí misma. Se aprende más de los otros por su ejemplo que por sus palabras, y los consejos que nos dan suelen decir más de la otra persona que de nosotros mismos, así que eso de escuchar es muy positivo, pero a veces está sobrevalorado. Hay personas a las que es mejor no escuchar, y hay momentos en que hará falta buscar las respuestas dentro de nosotros mismos.
Romper las normas
Desafiar el statu quo y saltarse las normas simplemente por llevar la contraria es propio de los adolescentes por pura rebeldía, pero cuando vamos creciendo a veces cometemos el error de pensar que siempre es malo ser un outsider, saltarse las reglas del sistema. En realidad, la historia de la humanidad ha avanzado gracias a personas que fueron capaces de cuestionar lo establecido y no dejaron que las normas pisaran sus valores ni su visión.
No encajar
Seguir a la manada y vestir igual que todos es la forma en que los animales y algunas clases de seres humanos han podido integrarse socialmente, encontrar con quién aparearse y sobrevivir, pero quiero pensar que nuestra civilización ha trascendido esos actos primitivos, y que somos capaces de ver más allá, eligiendo qué vestir, qué pensar y qué decir. También somos capaces de aceptar a otro que no vista, piense o diga igual que nosotros. Es cierto que la capacidad de adaptarse ha sido clave en la evolución, pero también la riqueza de la diversidad es uno de los secretos de la naturaleza, y sin duda es un síntoma de nuestra libertad como personas.
Las dificultades son parte de la vida, y en realidad lo malo no es tenerlas, sino quedarnos ahí, y no superarlas. El dolor no vamos a poder evitarlo, lo que sí depende de nosotros es el sufrimiento desmedido, la duda que nunca termina y los fracasos de los que no aprendemos nada. Solo el que conoce la fragilidad puede sentir toda su fuerza, y solo aquel que ha llorado puede reír con plena alegría. Las emociones de la vida no siempre serán placenteras, pero más vale una vida intensa y rica que una vida a medio gas.
Consejo Milenial: vive intensamente para que puedas llamar a los problemas, retos, y a las crisis, oportunidades.
Texto: Beatriz Ariza Rossy
Crédito de la Imagen: Kayla Varley