La ciencia detrás del hecho de que desees cosas que no te gustan

No son sinónimos. Puedes engancharte a alguien o a algo sin sentir ningún tipo de placer

Suena contraintuitivo: muchas de las cosas que has deseado a lo largo de tu vida, muchas de las cosas que deseas en este preciso instante y muchas de las cosas que desearás en el futuro no te gustan. Y no es que te gusten a un nivel inconsciente que no consigues percibir, no, sino que no te gustan a ningún nivel. Nada. Así de simple. El neurocientífico Kent Berridge, de la Universidad de Michigan, quien ha hecho importantísimos hallazgos en su campo, lo ha descubierto durante sus últimos estudios: desear y gustar son cosas muy diferentes.

Como contaba recientemente en una entrevista para la BBC, "en algunos individuos los sistemas cerebrales de dopamina se vuelven muy vulnerables a la neurosensibilización", lo que significa que "se vuelven hiperreactivos a ciertos estímulos". A partir de ese momento, "esa hiperreactividad a los sistemas de dopamina les hace querer intensamente ciertos estímulos, independientemente de si les gustan o no les gustan". Las drogas son un perfecto ejemplo. Muchos adictos no experimentan placer cuando toman la sustancia, pero la desean.

De hecho, y como apunta el propio Berridge, "hemos hecho experimentos con consumo de cocaína y hemos descubierto que la dopamina está relacionada con querer algo, con el deseo, más que con el gusto". Y aunque sirvan como paradigma de este fenómeno, la realidad es que ocurre con muchos otros estímulos susceptibles de generar adicción: sexo, relaciones, apuestas, videojuegos, comida, trabajo... Llega un punto en el que ninguno de ellos proporciona satisfacción. Solo queda el ansia. Solo queda la dependencia. Solo queda el dolor.

Hay cosas que disparan tu deseo, otras lo disminuyen

Y todo esto resulta de gran importancia para la comprensión y posterior tratamiento de muchas enfermedades psicológicas. En pacientes con Parkinson y en pacientes con esquizofrenia, dice este neurocientífico, "se observa una pérdida de la motivación de querer experimentar placer, pero no desaparece la capacidad de sentirlo". O dicho de otra manera: hay gusto, pero no hay deseo. En el caso de la depresión, la gran epidemia del siglo, "se pueden perder las dos cosas: el deseo y el gusto". De ahí la oscuridad que se experimenta.

En cualquier caso, no es necesario llegar a niveles de deseo propios de la adicción para que se produzca esa separación con el gusto o el placer. Son dos cuestiones permanentemente desvinculadas. En palabras de Berridge, "aunque generalmente queremos las cosas que no gustan y nos gustan las cosas que queremos, no siempre es así". A veces, por alguna razón, tu sistema dopamínico de recompensa puede verse muy estimulado por una persona, una sustancia o un comportamiento que en realidad no te mola. Y ahí entra la importancia del autocontrol y de la reflexión.