Por qué la intolerancia a la incertidumbre es el peor enemigo de tu salud mental

A nadie le gusta la incertidumbre, pero si te atormenta en exceso y te pasas el día preocupadx, puede que esté ligado a otros problemas de salud mental como la ansiedad

Aquel mensaje en “visto” y su silencio posterior, cuando tú creías que estabáis a punto de enamoraros te dolió más que si te hubiera dicho que no quería ser tu pareja. Siempre echaste de menos una explicación de por qué te despidieron de aquel trabajo. A todos nos angustia la incertidumbre, pero si sufres de intolerancia a la incertidumbre es posible que te pases todo el día preocupado y que sufras ansiedad. Y eso, claro, no es bueno. 

Enviaste aquel currículum para una posición en la que crees que encajabas. Pero nunca te respondieron. Era el trabajo de tus sueños. Hace ya tres meses y todavía, cada vez que te levantas y cuando te vas a dormir, miras el correo para comprobar si te han escrito. Tu vida sigue en suspenso. Te pasó lo mismo con aquella pareja que se marchó sin dar explicaciones, pero eso te angustia aún más y llevas ocho meses esperando a que regrese o te explique algo. La incertidumbre es dura para todxs, pero si la sufres con esa intensidad, es posible que tengas intolerancia a la incertidumbre. 

La intolerancia a la incertidumbre está estrechamente ligada al Transtorno de Ansiedad Generalizado, que tiene como una de las principales características la preocupación angustiante e incontrolable. Tiende a ir mucho más allá de incertidumbres trascendentales como las mencionadas antes. ¿Me pongo abrigo o solo una sudadera? ¿Empiezo por los correos que tengo pendientes o primero voy al gimnasio? ¿Me llegará durante esta mañana el pedido que compré por internet? 

Según explica un artículo reciente de Psychology Today, las personas que sufren de esta intolerancia a la incertidumbre viven todo el día preocupadas y utilizan estrategias muchas veces erróneas para evitarlo. Una es mantenerse ocupado todo el tiempo para distraerse de esas incertidumbres. Otras procrastinan y no toman las decisiones relacionadas con la incertidumbre, de forma que van posponiendo la angustia de la elección. Y también existe la estrategia de desviar hacia otra persona el peso de la duda. ¿Qué me pongo hoy?, le preguntas a tu compañerx de piso antes de salir. Y lo empiezas a aplicar a todo: ¿Me bebo una cerveza más o llevo demasiadas? ¿Le escribo un mensaje o dejo pasar unos días? Pero cuando recibes respuesta, vas un paso más allá: ¿Estás segurx? 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Esta es una de las estrategias más útiles para las personas con intolerancia a la incertidumbre, pero también puede suponer que si la decisión acabe siendo errónea la presión recaiga en la persona que le ayudó a tomarla. Aprender a convivir con la incertidumbre es la única solución a la raíz del problema, pero esto es un trabajo costoso que requiere terapia y mucho esfuerzo para las personas con intolerancia a ella. 

Las personas con autismo sufren con mayor frecuencia de intolerancia a la incertidumbre, lo cual les genera mucha ansiedad. En el caso de las personas con ansiedad, no solo sufren mayor intolerancia a la incertidumbre, sinó que ésta incrementa el riesgo de que la propia ansiedad aumente, un bucle difícil de cortar. Esta intolerancia aumenta también el riesgo a personas con depresión, con trastornos obsesivos-compulsivos y con trastornos de la alimentación. En resumen, la intolerancia a la incertidumbre es un compañero habitual, y peligroso, de los problemas de salud mental.