Por Qué Es Importante Tener Un Motivo Para Todo Lo Que Haces

Hay una afirmación que reza lo siguiente: "La persona que tiene un motivo para vivir puede soportar cualquier manera de hacerlo".

El otro día hablaba con una persona sobre las elecciones y sobre las distintas opciones de voto. Tras un rato de debate, y temiendo la respuesta, le pregunté por qué iba a votar lo que iba a votar. "Y yo que sé, porque algo hay que votar", me dijo. Tras esto me quedé pensando en la necesidad de tener o no una motivación para las cosas que hacemos.

Y cada vez tengo más claro que el "porqué" es en realidad más importante que el "qué". Porque pese a que lo que hacemos define nuestra imagen de cara al resto de personas, son las motivaciones que nos mueven las que describen quiénes somos y, al mismo tiempo, le dan valor a todos nuestros actos.

Hay una afirmación que reza lo siguiente: "La persona que tiene un motivo para vivir puede soportar cualquier manera de hacerlo". Y en esta frase radica la importancia de tener siempre presente el porqué de nuestras acciones y no ir a la ligera con el típico "es que algo hay que hacer". En primer lugar, tener un motivo te ayuda a ser mucho más consistente, a perseverar hasta conseguir aquello que quieres; por su parte, aquel que actúa sin tener claro el porqué no es dueño de su propio destino, ya que cualquier opinión externa le puede hacer cambiar la suya propia sobre lo que tiene que hacer.

Las personas que no se preocupan por encontrar una motivación son fácilmente manejables, ya que no tienen argumentos para defenderse ante las ideas de los demás. Y es que saben que el valor de lo que están haciendo es muy relativo, porque no lo hacen con un objetivo claro y por tanto eso está llamado al fracaso. Es como cuando un empresario arranca un proyecto sin haber fijado antes los objetivos claros a los que quiere llegar; acabará dando tantas vueltas que seguramente hundirá la empresa.

Por otro lado, que el "porqué" es lo más importante se ve en un simple detalle: es fácil rectificar cuando haces algo mal, solo tienes que arreglarlo o pedir perdón a quien haga falta; en cambio, un motivo equivocado puede ser mucho más grave, porque la motivación es lo que da carácter a tus actos y, por tanto, es lo que puede ser más dañino para el resto de personas.

El porqué nos define, nos motiva, nos protege y, si es el correcto, justifica todas nuestras acciones. Así que antes de actuar, asegúrate que tienes un porqué y que este es el adecuado.