Ikigai, El Libro Que Le Da Una Bofetada De Realidad A Todos Tus Principios

Hay libros que te leen a ti. Te dan un repaso en la memoria, en los valores y te preguntan todo eso que siempre intentas evitar.

 Hay libros que te leen a ti. Te dan un repaso en la memoria, en los valores y te preguntan con mucho disimulo todos esos temas que de normal intentas evitar. Los terminas y casi involuntariamente te han dejado huella: llámalo circunstancias, llámalo que te lo leíste ese día que te salió todo mal y te encendió la conciencia, llámalo que viste a un viajero en el metro y te preguntaste cómo te quedaría a ti esa sonrisa, la cuestión es que no cabe duda, algo ha cambiado para siempre.

La última obra culpable de darme una sacudida de motivación se llama Ikigai. Me lo recomendó Ikigai, y me di cuenta pasado el primer capítulo de que su autor, Sebastian Marshall, es por encima de todo experto en provocar choques bruscos en nuestros principios. El libro, que toma el nombre de un concepto japonés que significa 'razón de ser', expone la idea de que vivimos en una sociedad basada en el conformismo.

Marshall afirma que desde la más tierna edad nos educan para sentir que “lo correcto es estar en los cánones en los que está todo el mundo”. Según él, tomamos como referencia lo que más repite la gente de nuestro círculo cercano y lo imponemos como 'estándares a seguir', como si no hubiera un mundo más allá de esas referencias.

Partiendo de este punto, el libro nos cuenta que elegir 'el otro camino' significaría dar explicaciones en cada conversación. El que eligió no ir a la universidad aún pudiendo hacerlo porque consideró que las lecciones de verdad se aprenden de la experiencia no lleva esa vida de vídeo de Youtube, su realidad es justificar, día tras día, porqué optó por una alternativa 'tan fuera de la lógica común'.

Pero Marshall acaba de empezar con sus bofetadas de realidad, y la siguiente no va a doler menos: garantiza que el mundo está lleno de detractores. Según su teoría, incluso la gente que nos quiere nos va a desanimar; no con mala intención, pero soltarán por esa boquita nuestro peor enemigo, el famoso “no te compliques la vida”.

Ikigai te zarandea la pasividad, cuestiona si con esos consejos, los demás, en realidad lo que intentaban era no ver una mejor versión de ti. No se refiere a que sean envidiosos o que no te deseen cosas buenas: lo que en realidad pasa es que se sienten más cómodos si tú les acompañas en su mediocridad. 

En conclusión, Marshall explica que puede que un día el “no te compliques la vida” fuera inspirador para alguien, pero en el contexto en el que nos encontramos hoy se ha convertido en una invitación directa a ser vagos, conformistas, ciegos. A seguir el camino establecido, a decirle adiós a las oportunidades si para ello tenemos que renunciar a una juerga o a un par de horas de sueño. Aquellos que te animan a esforzarte poco con la justificación de que “tienes que ser feliz” son en realidad una lacra. Los que de corazón te desean lo mejor te motivarán, por raros que parezcan tus objetivos: desde ser monja, abstemio o deportista olímpico, si alguien te quiere bien no necesitará entenderte, sino disfrutarte.

Por eso Ikigai, más allá de ser una recopilación de buenas pautas para dejar de ser parte de la historia para empezar a crearla tú mismo, es una invitación para coger todo tu potencial y convertirlo en material explosivo.

Créditos de imagen: Lana Prins