La ignorancia racional es el motivo de que cada vez hayan más discursos de odio

La ignorancia racional es una alternativa en un contexto de crisis global como una pandemia, pero también puede tener un lado muy peligroso y no beneficiar tu manera de entender el mundo

Si de entrada nunca has escuchado hablar de la ignorancia racional, seguramente no te suena a algo que vaya contigo. Eres una persona informada, inquieta y curiosa y por tanto es imposible que se te considere un ignorante racional. Pero si analizas el concepto y repasas en tu memoria, seguro que compruebas que en más de una ocasión has preferido no saber demasiado porque, como suele decirse, ojos que no ven, corazón que no siente. 

Este conocido refrán capta parte de la esencia del concepto de ignorancia racional, pero no todo. Fue un economista, Anthony Downs, quien introdujo en los años 50 el concepto para analizar las sociedades. Y lo definió como lo que se da en situaciones en las que el coste de informarse es demasiado alto y los beneficios demasiado bajos. Un concepto que también podríamos resumir como "mejor no saberlo". 

Aunque suene bastante mal, hay situaciones en las que la ignorancia racional puede llegar a ser práctica y beneficiosa, como explica en un artículo reciente La Mente es Maravillosa. Si ponemos un par de ejemplos, seguro que te sientes identificadx. Pongamos que quieres tomarte un café rápido cerca de un lugar donde estás de paso. Seguramente, para tomarte el mejor café o el más barato podrías investigar y tomar la decisión en base a eso, pero el coste de informarte sobre el café, teniendo en cuenta que será algo rápido y tal vez tengas prisa, no te compensa. Lo mismo puede aplicarse para la compra de casi cualquier objeto si no eres un especialista y prefieres perder poco tiempo en elegir.

Y así a muchas otras decisiones cotidianas en tu día a día. Pero la ignorancia racional también tiene un reverso peligroso. La pandemia es un buen ejemplo de ello. Si escoges no informarte sobre las ventajas e inconvenientes de la vacuna, por ejemplo, el coste de no hacerlo es muy elevado y no solo para ti, sino para las personas que tienes a tu alrededor.

Imagina que eres jefx en una empresa y una empleada viene a contarte algo que crees que puede tener que ver con que un compañero ha abusado de ella. Le dices que no tienes tiempo o que no quieres saber lo que te tiene que contar. Es la cara más cínica de la ignorancia racional. De todos modos, Downs estudió sobre todo la inteligencia racional en el contexto de las votaciones para analizar la apatía de algunos votantes, que disminuyó en periodos como la guerra de Vietnam. Las personas se informaban más cuando sucedían acontecimientos importantes o que le afectaban, como ha pasado también con la pandemia, y escogían no informarse de manera racional.

Además, un votante piensa que un solo voto no tiene tanto poder y que por tanto el esfuerzo por informarse de todas las opciones políticas no compensa el beneficio que pueda aportar. Algo similar a lo que ha pasado con algunos votantes de extrema derecha alrededor del mundo, capaces de no informarse o dar por buena la desinformación a la hora de votar a partidos que niegan la violencia machista o defienden posturas cercanas a las dictaduras.