Tú, que tiemblas ante la duda. Que te preguntas si deberías dejarlo todo a largarte a la otra punta del planeta. A ti, que te asusta la idea de ver cómo tu vida aspira a la fórmula casa-curro-casa=patio-celda-patio.
Sí, tú, que tienes miedo a decirle que te gusta porque te pueden más los complejos, las inseguridades y el miedo. Que te quejas constantemente de tu trabajo porque no te motiva, o porque no cobras lo suficiente, o porque te asquea. Que no tienes esperanza porque todo te sale mal. Que quieres aprender idiomas pero te quedas en una peli con subtítulos porque eres incapaz de sacrificar un par de cenas al mes para pagarte las clases o incluso irte fuera. Qué pesada se te hace la rutina y cuántas veces piensas en mandarlo todo a la mierda.
Te hablo a ti, que tienes la mala costumbre de hacer 'lo que hay que hacer' sin someter a juicio cada decisión que tomas analizando si, realmente, el esfuerzo de renunciar a tus sueños por cumplir las expectativas de tu entorno y de la sociedad merece la pena, si tienes lo que hace falta para ser de ese porcentaje de valientes que no lo dice, lo hace.

Estas son las cosas que debes tener en cuenta: los mejores planes son los imprevistos, las mejores decisiones son las que se toman con las vísceras, el amor más fuerte es el incomprensible, la razón no siempre te da la razón, tener valor es enfrentarse a uno mismo y asumir que, si no arriesgas, ¿entonces, qué? Madurar no es más que el proceso de descubrir que todo aquello que creías es falso y que, a su vez, todo cuanto rechazabas creer resulta ser cierto.
Porque si las cosas se tuercen también puede ser bonito.

¿Me dejas decirte algo? Estás ante la más apasionante de las experiencias: tu vida. Un espacio de tiempo finito en el que tienes la oportunidad de ser quien quieras ser. Es la posibilidad esperándote sentada a que decidas qué hacer. Para que haya un poco de emoción vas a tener que enfrentarte a situaciones a las que no estás o no crees estar preparado; es lo que suelen llamar "madurar". Vas a lidiar con quien intente joderte y vas a descubrir las bondades de quien te sepa valorar; vas a caerte y a levantarte tantas veces que perderás la cuenta; vas a llorar, vas a odiar mucho y vas a querer más.
Vas a equivocarte pero vas a aprender.
Nada es tan difícil de creer como la realidad y, por el contrario, nada resulta más seductor que lo desconocido, lo que puede ser. Pero de lo que vas a tener que empezar a enterarte es de que, para conseguir cualquier cosa, debes ser lo suficientemente valiente para fracasar.
Y entonces seguro que no te equivocas.