En 1936 tuvo lugar la publicación de una de las obras de autoayuda más influyentes de la historia: Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, escrito por el estadounidense Dale Carnegie, en el que aparece la famosa cita "las personas con las que estás hablando están cien veces más interesadas en sí mismas que en ti". Desde entonces, todo el mundo piensa que permanecer calladitx y escuchar mucho en las conversaciones les vuelve más deseables para las otras personas. Ahora, y gracias a la ciencia, sabemos que esto es mentira.
Más concretamente gracias a un estudio elaborado por investigadorxs de la Universidad de Virginia y de la Universidad de Harvard. Como explica el experto Hal McDonald en estudio, "colocados en parejas, los participantes tuvieron una conversación de siete minutos en la que se turnaron para responder cuatro preguntas". Pero no se turnaban igualitariamente: un programa de ordenador les asignaba arbitrariamente tiempos de conversación. "Luego se le preguntó a cada participante cómo de agradable encontraban a su pareja".
Hablar, hablar y hablar enamora
¿El resultado? "Las calificaciones fueron más bajas cuando los participantes hablaron durante el 30% o el 40% del tiempo que cuando hablaron durante el 50% o más". O dicho de otra manera: inconscientemente penalizas a aquellas personas que intervienen poco en una conversación y te enamoras más de aquellas que participan muy activamente. Lxs investigadorxs de momento no tienen una explicación, pero es todo un varapalo para quienes llevan toda su vida adoptando un perfil bajo para caer bien a la gente. Simplemente no funciona.
En palabras de McDonald, "ya sea que nuestro objetivo sea ser agradables, ser interesantes o simplemente divertirnos, hablar más parece ser la fórmula para el éxito de la conversación". No importa el objetivo. No importa el motivo por el que estés teniendo una charla ni qué beneficios ocultos quieras sacar de ella: la mejor alternativa para ti es siempre tomar las tiendas de la conversación. No obstante, el matiz "para ti" es muy importante. Porque existen algunas situaciones en las que no deberías priorizar lo mejor para ti.
Y a veces escuchar
Piensa por ejemplo en una conversación en la que tu colega está desahogándose acerca de su situación emocional. Está en la mierda. Sí, según este estudio, hablar mucho hará que le parezcas más interesante, pero eso no es lo que necesita en ese momento. Una cosa es derribar el sesgo de reticencia que Carnegie levantó hace casi 90 años y otra es convertirse en un ser egocéntrico que siempre anda pensando en cómo agradar a los demás, incluso cuando lo correcto es callar y escuchar. Que la ciencia no te haga peor.