Si te dijeran que te quedan pocos meses de vida, ¿cómo reaccionarías? Quizás redactando una lista con todos los sueños que te gustaría cumplir, los lugares del mundo que te gustaría visitar, las personas con las que desearías compartir tus últimos momentos, los problemas y frentes abiertos que te gustaría solucionar, e intentarías llevarlo todo a cabo. Para poder "irte tranquilo y dejando todo bien atado".
Y es que el ser humano a veces es así, tan solo es capaz de reaccionar en los últimos momentos, cuando ve que está perdiendo. Cuando ya prácticamente no hay ni tiempo ni solución, reflexionamos acerca de nuestra vida con la lucidez suficiente como para ver en qué fallamos, qué camino deberíamos haber tomado y a qué personas no deberíamos haber dejado salir de nuestras vidas.
A una conclusión parecida llegó una enfermera que durante años trabajó en cuidados paliativos con pacientes a los que apenas les quedaban algunas semanas de vida. El hecho de pasar tanto tiempo con ellos hizo que compartieran con ella momentos especiales, pensamientos, sentimientos... Reflexiones de toda una vida. Reflexiones y arrepentimientos. Arrepentimientos del ser humano en su lecho de muerte que básicamente podían resumirse en cinco puntos principales:
1. El deseo de haber tenido el coraje necesario como para vivir la vida siendo fiel a uno mismo, y no la vida que otros esperaban
Echando la vista atrás al final de tu vida es más fácil ver las cosas con claridad y percatarse de la cantidad de sueños que se han quedado por el camino. Como consecuencia de las elecciones que tomamos, la mayoría de la gente no llega a cumplir ni la mitad de ellos, y en el momento en que se dan cuenta, ya es demasiado tarde. No nos cansaremos de decírtelo, sé quien tú quieras ser, no quien esperan que seas.
2. El deseo de no haber trabajado tan duro
Esclavos del dinero malgastamos nuestra vida dedicándole demasiadas horas al trabajo o, en todo caso, a trabajos con los que no nos sentimos realizados. Tiempo que no pasamos con nuestras familias, con nuestras parejas, con nuestros seres queridos, perdiéndonos momentos importantes e irrepetibles. En Código Nuevo no creemos que trabajar duro sea malo, siempre y cuando lo que hagas sea tu pasión.
3. El deseo de haber tenido valor para expresar los sentimientos
Ya lo hemos hablado en varios artículos. Esa maldita manía que tenemos de nos expresar lo que sentimos no es nada buena. Ya sea por miedo al rechazo, a la reacción del otro o por evitar un conflicto, nos callamos y guardamos guardamos opiniones y pensamientos en nuestro interior que únicamente sirven para crear malestar interno, impidiendo el poder desarrollarnos plenamente como personas. A veces es mejor una buena discusión que aclare las cosas, y sobre todo, las relaciones, para que estas se fortalezcan o se terminen.
4. El deseo de haber mantenido el contacto con los amigos
Llevamos una vida tan centrada en nuestro propio ombligo que a veces olvidamos que mantener nuestras amistades cuesta tiempo, esfuerzo y dedicación. Sin embargo, normalmente tendemos a dar las cosas por hechas, a pensar que la gente está ahí para siempre, y nos olvidamos de llamarles para saber qué tal están. Y muchas veces, cuando nos acordamos de hacerlo, es tan tarde que hemos perdido a ese amigo que era tan importante. Los pequeños detalles pueden marcar la diferencia, así que cuando puedas, ten alguno con la gente que te importa.
5. El deseo de permitirse a uno mismo ser más feliz
La felicidad es una elección propia. Aunque a veces dejamos que elijan por nosotros. Dar tanta importancia a lo que otros pensarán acerca de nuestra persona nos hace vivir tan contenidos que acabamos olvidando cómo somos realmente y qué es lo que realmente queremos. Nos hace vivir fingiendo. Olvídate de los demás, la persona más importante del mundo eres tú, y sólo tu opinión debe contar a la hora de tomar las decisiones que te llevarán a la felicidad.
No esperes a que se te escape la vida para darte cuenta de cómo deberías haberla vivido. Ama, vive, comparte, siente, ríe, grita, disfruta de cada momento, sé fiel a ti mismo y sobre todo sé lo más feliz que puedas.
Crédito de la imagen: Prodavinci.com