Crédito de la imagen: Darren Ankenman
Las variables de la felicidad pueden ser muy distintas dependiendo de cada persona pero, generalizando, seguramente la fórmula más repetida sea algo así como sumar amistad, familia, dinero y sexo y a todo esto restarle las horas de trabajo y los problemas de salud. Pero según la University College London, no es así. Un estudio realizado por este centro asegura que hay dos variables básicas que importan mucho más en nuestro grado de felicidad: expectativas y empatía.

En un primer momento, el estudio consistió en darles a unos participantes la posibilidad de ganar dos dólares o irse igual que habían llegado, mientras que a otro grupo se les presentaron las opciones de irse igual o de perder dos dólares. Al final, se observó que dentro del grupo de los que se iban igual que habían llegado, estaban más contentos los que habían evitado perder que los que habían dejado de ganar, aunque a efectos prácticos el resultado fuera el mismo.
La conclusión que se extrajo de esto fue que la expectativa inicial es lo que marca tus emociones respecto al resultado. Sí, ya, es muy obvio. Si entraste en este artículo esperando leer una reflexión sobre la felicidad es posible que te guste, pero si lo que esperabas era una fórmula matemática sencilla para ser feliz en diez minutos seguramente acabarás decepcionado. Te entendemos, a nosotros nos pasó igual.

El nuevo experimento constaba de dos partes independientes. En primer lugar, se le dijo a un grupo de personas que se les iba a dar una cantidad de dinero. Después se les preguntaba cuánto de ese dinero le darían a un extraño. Tras sus respuestas, estas mismas personas repetían el experimento de los dos dólares, el primero de dos años atrás, pero en esta ocasión podían saber si sus compañeros ganaban o perdían.
Del análisis de sus emociones se concluyó que la felicidad de los sujetos variaba dependiendo del resultado de sus compañeros. El hecho fue que si todos ganaban la felicidad aumentaba, pero lo curioso es que los que antes eran los más felices por no haber perdido, ahora sentían envidia al comprobar que otros habían ganado. Por otro lado, se comprobó que aquellos que en la primera parte decidieron dar poco dinero y luego ganaron sufrían un sentimiento de culpa que reducía su nivel de felicidad y viceversa.
Lo que esto, en teoría, demuestra es que por lo general nuestra felicidad depende de la felicidad de los demás tanto en el buen sentido como en el malo. Y todo esto queda explicado en una fórmula matemática muy ligerita que a mí personalmente me ha hecho muy infeliz porque esperaba entenderla. Juzgad vosotros mismos.

En resumen, esta ecuación tiene dos lecturas. La bonita y esperanzadora es que se puede ser feliz con poco y que nos preocupa el bienestar del resto. La jodida es que nos cuesta aceptar el fracaso cuando queremos algo, y que además somos incapaces de ser completamente felices si vemos que otros lo son más, lo que es muy triste. En definitiva lo mejor es que cada uno se escriba su propia ecuación y la ajuste hasta que el resultado sea positivo. Matemáticos que no ven...