La dismorfia productiva puede convertir tu trabajo en un infierno

La dismorfia productiva es la consecuencia de un mal profesional que mezcla el síndrome del impostor con la ansiedad y el burnout.

¿Alguna vez has sentido una desconexión muy grande entre lo que has logrado de manera objetiva y tus sentimientos al respecto? La pregunta no es nuestra, sino de la periodista Anna Codrea-Rado, quien realizó recientemente una investigación que la condujo al descubrimiento de un nuevo mal laboral: la dismorfia productiva, la cual tiene lugar, tal como explican desde El Confidencial, "cuando un empleado siente que no está siendo lo suficientemente productivo, a pesar de que lo sea". El resultado es una cantidad absurda de sentimientos de ansiedad, una terrible sensación de no poder más y un síndrome del impostor permanente.

Ambición autodestructiva

Tras plantear la cuestión en Twitter, leer miles de comentarios y consultar con expertxs de la psicología, esta periodista no solo identificó este problema, sino que descubrió que son muchísimas las personas que andan esclavas de él. En un artículo para la revista Refinery29, lo explicaba de la siguiente manera: "Es el alter ego de la ambición: el hecho de buscar ser productivos nos impulsa a hacer más a medida que nos priva de la capacidad para saborear cualquier éxito que podamos encontrar en el camino". Tan pronto como haces cualquier tarea, los pensamientos de que lo has hecho fatal caen como una losa sobre ti.

Esto afecta principalmente a tu seguridad. Puesto que piensas que estás cagándola todo el rato, sientes que en cualquier momento alguien se dará cuenta y te echará de la empresa. Vives y trabajas en vilo. También afecta, lógicamente, a tu autoestima: no eres capaz de ver las cosas objetivamente, lo bien que funcionas, así que no paras de echarte mierda sobre ti mismx encima. Y, esto, a su vez, afecta a tu rendimiento. Poco a poco puede que hagas las cosas peor de verdad, dado que estás atenazadx, con miedo a soltarte y sin ser capaz de correr ningún tipo de riesgo. Menos creatividad. Menos entusiasmo. Menos goce.

Organízate para no estresarte

Pero no estás malditx. No al menos con una maldición de la que no puedas librarte. El primer paso, tal como cuenta la especialista en salud mental Lindsey Ellefson en el medio Life Hacker, es empezar a llevar una lista de las tareas que completas. Puede parecer una chorrada, pero es importantísimo que puedas ver de un solo vistazo todo lo que estás haciendo. A veces la dismorfia productiva se produce no porque crees que no haces las cosas bien, sino porque crees que no haces lo suficiente. En estos casos, "trata de concentrarte en la lista de cosas que has hecho y de recordar que eso ya es bastante".

El segundo paso consiste en prestar más atención a los mensajes positivos. Bajo la dismorfia productiva, tiendes a no valorar estos mensajes e incluso considerarlos fakes por alguna razón. Pero son reales. Aprécialos. Mira cuánto bien haces a los demás. Por último, dicen desde El Confidencial, deberías replantearse seriamente tu idea de la productividad. "No hace falta ser los mejores en todo ni tener las exigencias tan altas". Eso te lleva a la insatisfacción, las dudas y la miseria emocional. Sé buenx contigx. Ah, y eso pasa también por darte el descanso que mereces. A veces está bien no hacer absolutamente nada.