Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, y aunque como todo los tópicos en muchos casos se rompe la maldición, en otros intentar continuar con la historia a veces no sirve para nada.
En cuestiones de pareja esta frase tiene mucho sentido, porque es muy cierto que cuando hay sentimientos y sexo de por medio las cosas se complican. Que se lo digan a Rihanna y Chris Brown, o a los actores de Crepúsculo, todos ellos han puesto fin a su relación y lo han vuelto a intentar nuevamente. Pero desgraciadamente este tipo de cosas no suelen salir bien, y menos si se ha jugado demasiado fuerte.
En España, nuestros triunfitos Bisbal y Chenoa lo han intentado con sus respectivas parejas, pero en ambos casos el tiempo no curó las heridas y de nada les sirvió dar una segunda oportunidad a sus ex parejas. Empeñarse en que algo salga bien no es la mejor solución, sobre todo si descubres que algo mucho mejor está por venir.
Pero las segundas oportunidades no siempre son fallidas, sobre todo si se cumple a la perfección aquello que dice que donde hubo fuego aún quedan cenizas, y que intentar apagarlo a veces ayuda a reavivar la llama. Es el caso de Penélope Cruz y Javier Bardem, o los Duques de Cambridge, quienes ya tienen hijos de por medio y parecen haber encontrado a su “media naranja” definitiva.
Como todo en la vida, depende de muchas circunstancias, pero está claro que no es lo mismo contarlo que vivirlo. Con cuernos de los duros como los de Jude Law y Sienna Miller e historias de mentes inmaduras es más complicado que la misión acabe bien, pero si realmente se quiere salvar lo mejor de la idea original siempre puede haber un milagro.
Para eso lo mejor es tirar de películas; el cine es muy sabio y los directores han sabido crear grandes sagas que nos deberían servir de ejemplo en nuestras vidas. Las dos torres de El Señor de los Anillos y la segunda parte de Toy Story deberían ser tus manuales si quieres recuperar una relación y continuar sin mirar atrás con rencor.
Eso sí, los guionistas deben respetar el argumento y despedir al reparto innecesario, y sobre todo dejar bien claros los puntos que aparecen en el contrato de los dos protagonistas. La letra pequeña puede hacer que cometas el mismo error, y si no que se lo digan a los protagonistas de El Diario de Noah, que no solo lo han intentado delante de las cámaras, sino en la vida real, pero nada... Hay historias de amores imposibles.
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