Cuando la psicología positiva comenzó era genial. La alegría y el optimismo conseguían realmente llegar a otras personas y las ayudaba a encaminarse por un sendero más amable y salir de su malestar o su mal humor. Martin Seligman es el “padre de la psicología positiva”. A partir de su ‘creación’, esta forma de entender la psicología fue distorsionada y utilizada con otras intenciones. Ahora, fuera e este campo, es el pensamiento positivo el que se ha hecho famoso y ronda por las redes y por el mundo como sabiduría popular. Seguro lo has visto, va acompañado de frases o palabras como: “¡sonríe!, ¡piensa positivamente!, ¡anímate!” La policía de la felicidad que viene a obligarnos a estar sonriendo día sí y día también.
“Los investigadores Lisa Aspinwall y Richard Tedeschi estudiaron de qué forma se aplicaba la psicología positiva en su campo, que es la psicología de la salud. Esto los llevó a criticar el abuso, el mal uso y la distorsión de la psicología positiva, llamándola ‘terrorismo empalagoso, que culpa a la víctima y promociona versiones inconscientes del pensamiento positivo’”, explican desde Psychology Today. Esto quiere decir que este tipo de optimismo desenfadado da a entender que si no estás feliz es porque no quiere. Y lo cierto es que no, que esto no es una realidad y que su extensión ha hecho que se convierta en una actitud controladora y tóxica.
Poco a poco estos pensamientos positivos que hay que tener y compartir se convierten en algo superficial, empalagoso, abusivo, distorsionado y vacío de un contenido real. Forzar a alguien a que se ponga alegre por el simple hecho de que hay que estar feliz no es darle algo bueno o beneficioso porque no está eligiendo, solo existe una única opción. Esta psicología deja de ser positiva cuando se empieza a utilizar para manipular y para ignorar a otras personas. Está tan vacío de sentido que puede adaptarse a cualquier circunstancia y momento.
No pasa nada si estás mal, no hay nada negativo en no estar sonriendo todo el día. La vida es un vaivén de momentos buenos y malos y no siempre tiene que reinar la felicidad y el amor. Enfádate, grita, ponte de mal humor, deja que fluyan tus emociones tal cual sean y cuando alguien venga a decirte que sonrías, que estés feliz y agradecidx, respira y sigue con tu vida. Quien quiera de verdad hacerte sentir bien, escuchará lo que te pasa, intentará entenderlo y te dará o no un consejo. A veces ni siquiera hace falta decir nada.