Lo último que deberías hacer si te acusan de algo injustamente

Aunque pueda ser la reacción más natural, los estudios confirman que te hace parecer mucho más culpable a ojos de los demás

Alguna vez te habrá pasado: la mirada inquisitorial de tus padres, tu pareja, tus amigxs o compañeros de trabajo clavándose en ti como si esperaran una confesión. Te acusan de algo que no has hecho y tras un primer momento de shock y de no entender nada, la indignación se apodera de ti de tal manera que acaba por convertirse en rabia. Sin embargo, tu reacción no hace más que reforzar los prejuicios de quienes ni si quiera han esperado a tu explicación para señalarte. Cuanto más te indignas más pareces confirmar que tienen razón y que tú eres el culpable.

"La ira condena al inocente" es el título de una investigación publicada por la revista de divulgación científica Psychological Science en la que se confirma que la reacción airada de la persona acusada por un motivo falso desencadena un curioso efecto: nuestro cerebro tiende a pensar que es culpable. "Los perceptores pueden interpretar la ira mostrada por un sospechoso como un intento inauténtico de parecer inocente fingiendo indignación moral", explica el artículo dejando claro que cuanto más exagerada sea la indignación más hará pensar a los que te juzgan que es un mecanismo de defensa ante una situación de la que no puedes escapar con argumentos. 

Lo que finalmente demostró este estudio como otros realizados anteriormente es que lo de juzgar basándonos en las emociones del acusado es un tremendo error porque casi nunca guardan una relación real con la supuesta culpabilidad. Simplemente, cada persona reacciona de una manera diferente y a una acusación diferente. "Esto es particularmente importante porque la mayoría de las investigaciones sobre las señales emocionales del engaño encuentran poca o ninguna asociación entre otras emociones discretas y la culpa", apuntan los autores del estudio para concluir que, incluso, la reacción más habitual suele ser justamente esa.

"Hay muchas razones para enojarnos cuando se nos acusa de un delito, pero quizás ninguna tan fuerte como la creencia de que uno ha sido acusado falsamente", concluyen. Por tanto, ¿cuál es la mejor manera de reaccionar ante una falsa acusación? La verdad es que no hay una respuesta correcta, sin embargo, mantener la cabeza fría para ser capaz de contraargumentar y sabiendo que tu ira podría desatar más suspicacias, podría ser una buena solución. Lo realmente importante que aporta el estudio es que más allá de la culpabilidad o no de una persona, eso solo lo deberían determinar la pruebas, lo importante es ser conscientes de que somos terriblemente malos juzgando.

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Nos guste o no, los sesgos que arrastramos desde pequeños o las pequeñas diferencias o simpatías que tenemos con la persona acusada condicionan completamente nuestro juicio al punto de convertirnos en irracionales la mayoría de las veces. La conclusión para quienes juzgan es idéntica que para las personas acusadas injustamente: mantén la calma, intenta escuchar los argumentos y no dejes que el lenguaje no verbal o las simpatía/antipatía decidan antes que la voz de la razón. Entrar en cólera o querer castigar a quien lo hace nunca resolverá un problema ni aportará justicia a nadie.