En tu cabeza tienes una especie de juez que va haciendo comentarios sobre todo lo que pasa a tu alrededor. Una de las cosas que más le gusta es comparar. Te compara a ti contigo mismo en otra época de tu vida, con tus hermanos, amigos, compañeros de trabajo o a otras personas entre ellas. Se pasa el día juzgando y en general diciéndote lo que deberías hacer y cómo deberías ser. Y cuantas más cosas negativas, es decir criticables, encuentre, más rabia, tristeza o frustración sentirás y por lo tanto, más te amargará la vida.
Es totalmente normal que haya cosas que no nos gusten de nosotros mismos o de los demás, pero la clave es cuánto tiempo dedicamos a pensar en ellas. Una forma de mantener limpia nuestra mente es preguntarnos: ¿puedo cambiar ahora mismo esto que no me gusta de mí, o le puedo comentar a esta persona aquello que me molesta para intentar solucionarlo? Si puedo hacer algo, adelante pero, si no es así, empezar a darle vueltas de manera obsesiva o decirlo a terceras personas, nos hace mucho más daño de lo que creemos.

Cuando criticamos a los demás
Hay un placer oculto en la crítica, y a veces se convierte hasta en deporte nacional haciendo corrillos para criticar al jefe, al amigo o a la cuñada. Pero criticar está totalmente relacionado con la inseguridad y de algún modo pretendemos resaltar que el otro 'está por debajo' de nosotros, y lo que realmente estamos intentando lograr es sentir que nosotros 'estamos por encima'. Pero en realidad lo que significa es que uno tiene la necesidad de sentirse superior, porque en el fondo se siente inferior.
Muchas veces sentirnos menos que alguien activa un mecanismo de defensa que consiste en rebajar a la otra persona y tratar de aminorar sus cualidades. En cambio, cuando una persona está realmente a gusto consigo misma no necesita entrar en este juego de superioridad/inferioridad, porque está en paz con lo que es y con lo que tiene. Así que, una forma de evaluar la autoestima de alguien es observar cuánta necesidad tiene de criticar.

Cuando nos criticamos a nosotros mismos
Hasta cierto punto es necesario poder observarse y ver aquello que no gusta de uno mismo e intentar cambiarlo o mejorarlo. Pero cuando las personas son muy críticas consigo mismas acaban abortando las propias ideas, ahogando sueños, no dándose la libertad de equivocarse y por lo tanto, de aprender y crecer.
Quieren ser perfectas porque imaginan que el mundo a su alrededor está fijándose en sus pasos, midiendo sus actitudes, buscando defectos en todo cuanto hacen. Es una forma muy 'efectiva' de cortarse las propias alas y no permitirse desarrollar el propio potencial. Cuando vemos algo que no nos gusta tenemos que utilizarlo como un trampolín para saltar más alto, y no para quedarnos estancados.