La ciencia lo confirma: no puedes cambiar a otra persona

Modificar el centro habitual de energía personal de alguien requiere voluntariedad por su parte

Le quieres con todo tu corazón. Es una persona espectacular y llevas junto a ella varios años. Os comprendéis mutuamente. Os sentís. Y, por encima de todo, os respetáis. Es casi perfecta. Casi. Porque hay algunas pequeñas cosillas que te gustaría cambiar. Quizás un hábito. O un hobby. O una manera de expresarse que te chirría. Y eso tal vez puedas conseguirlo. Lo que nunca lograrás, según cuenta la filósofa Peg O'Connor en un artículo para corazón, es cambiar su centro habitual de energía personal. Eso es imposible.

Hay cosas que no se pueden forzar

Según William James, psicólogo estadounidense que inventó el concepto, el centro habitual de energía personal es el conjunto de "intereses, compromisos, principios o formas de ser centrales que nos orientan en el mundo". Es lo que te define como ser. Y lo que define a esa otra persona que pretendes cambiar. ¿Y sabes por qué fracasarás en el intento? Porque el ingrediente clave para que se produzca una transferencia en el centro habitual de energía personal es la voluntariedad. Sin eso no hay nada que hacer. Jamás podrás forzar las cosas.

Como explica el propio O'Connor, para cambiar ese centro tan profundo, las personas necesitan "tener un sentido claro de cómo las formas de vida actuales son incompletas, dañinas o no lo suficientemente buenas e incluso incorrectas para ellas". Y sí, tú puedes machacarle con que verdaderamente son dañinas o negativas, pero si esa persona tiene claro que no, si las siente bien, si siente que simplemente estás tratando de manipularle para cumplir tu capricho, no derruirás su centro. Incluso puede que lo refuerces bastante más.

Desgraciadamente, esto ocurre muy a menudo con las opiniones ideológicas. Tu pareja puede parecerte maravillosa, empática, cariñosa, atenta, inteligente, divertida y, sin embargo, tener una visión política diferente a la tuya. En ese caso, es bastante probable que te esfuerces en intentar hacerle cambiar de parecer. Te resulta insoportable no compartir esa perspectiva. Pero estás haciéndole más daño que bien a la relación con esos intentos. Primero, porque no le estás aceptando. Segundo, porque contribuirás a polarizarlo.

Puedes facilitar el cambio

No obstante, hay veces en las que el deseo de que una pareja cambie en determinado aspecto de su vida no es un capricho. ¿Un ejemplo? Una pareja que bebe muchísimo alcohol. No te confundas: no lograrás cambiarle tú solx. Sin embargo, dice O'Connor, "si bien ninguno de nosotros puede cambiar el centro habitual de energía personal de otro, podemos afectar las condiciones que obstaculizarán o facilitarán el cambio". Tu pareja no es una piedra. Solo necesitas ayudarle a ser consciente. La propia verdad completará el trabajo.