Carta Abierta A Las Personas Que No Creyeron En Mí

Algunos no creerán en ti, pero hay algo que nadie podrá impedirte jamás: que tú creas en ti mismo.

Nunca he sido una persona corriente: no viajo en clase turista, tampoco en primera. Camino sobre el ala, sintiendo el viento en mi cara cada mañana. Toda mi vida he seguido un camino que quizás muchos de vosotros consideraríais que no es correcto, o tal vez sí. Como muchos, hice lo que en casa nos enseñan a todos: sacar buenas notas, aprender idiomas e incluso tener varias titulaciones universitarias. ¿Hasta aquí todo bien, no?

Sinceramente, la carrera para mí fue una anestesia, 4 años en los que la facultad no me enseñó gran cosa. En mi caso, que estudié Derecho, no encontré ninguna persona que me inspirara, sino que toda la inspiración la encontré en los libros. No solo en ellos, sino en todas las vivencias que tuve oportunidad de disfrutar en esos años; eso sí, todas ajenas a la universidad, pues por allí pisaba solo cuando me tocaba, y a veces ni eso, ya que me parecía perder el tiempo.

El resultado es que, una vez acabado esto, tienes un trozo de papel que dice que eres algo, cuando la realidad es que lo único que eres es tú mismo con unos años más y quizás algo más maduro, pero eso a poca gente le importa.

En esta vida hay dos tipos de personas, los que tienen enchufe  y los que tenemos que luchar para conseguir las cosas. Si eres de los primeros, no sigas leyendo, no te va a interesar lo que voy a decir a continuación.

Para triunfar en la vida solo necesitas dos cosas: personalidad y cojones. En la mayoría de trabajos que tendrás, al principio te van a intentar anular esos dos valores, pues lo único que quieren son autómatas o, como yo prefiero llamarlo, ovejas. Gente que no destaca, que se rinden a una monotonía y a las órdenes de otra oveja que después de muchos años de lamer culos o de trabajar duro, ¿quién sabe? está por encima de ti, diciéndote lo que tienes que hacer. Esto es algo un poco repetitivo, pues cuando eres un adolescente te pasas el día quejándote de lo que tus padres te dicen que tienes que hacer y cuando eres adulto te quejas de lo que tu jefe te dice que tienes que hacer. ¿No estás un poco cansado ya?

La verdad, parece que las personas que no nos rendimos a lo normal estamos mal vistas. Para muchos, somos vividores, vivimos en una utopía o estamos en la luna. Puede que a veces sea así, pero yo creo que no es que estemos en las nubes, sino que simplemente queremos llegar a ellas. Ahora es cuando viene tu padre, te da una colleja, y por un minuto te rindes. Te dicen que seas realista, pero, ¿para qué ser realista cuando tú lo que realmente eres es idealista? A veces, el camino recto no es el correcto, ya que puede que no estés hecho para ser una oveja más, un número x; ¿acaso un león se deja comer por una gacela?

Siempre he pensado que tenemos que ser fieles a nosotros mismos, no prostituirnos. Sin embargo, sí que considero que es preciso ser un poco avispado, para avanzar en el camino, pero sin dejar que te la metan doblada. Algunos no creerán en ti, pero hay algo que nadie podrá impedirte jamás: que tú creas en ti mismo.