El río Little Talapoosa, al oeste de Atlanta EEUU, es un destino habitual para excursionistas y aventureros en busca de emociones fuertes. En mayo de 2012, Aimee Copeland, una joven estadounidense de 24 años, llegaba a la zona para pasar el día haciendo deporte junto a sus amigos. Una jornada de diversión que se vería truncada tras una caída que le causaría una profunda herida en la pierna. Lo que nadie previó es que ese corte iba a ser una puerta abierta a la peor de sus pesadillas: Aimee acababa de infectarse con la Little Talapoosa, la bacteria carnívora que devora el cuerpo, destruyendo músculos y tejido.

La recuperación tuvo un alto coste: Las amputaciones de una pierna, un pie, parte del abdomen y ambas manos. Pero, Aimee, aún tenía que mostrarle al mundo su mejor cara: lejos de rendirse, decidió anteponerse y pelear con todas sus fuerzas para salir adelante, adaptarse a su situación y ser, de nuevo, feliz. Meses después de su ingreso y sus operaciones, recibió el alta y pasó a un centro de rehabilitación, donde aprendió a valerse por sí misma. Hoy, cuatro años después, Aimee está empeñada en trabajar por la investigación sobre la Aeromonas Hydrophila -siendo el ejemplo vivo de que no es una amenaza imbatible-, y planea crear una fundación para atender a personas que se han enfrentado a lesiones potencialmente mortales.

Además, vive con la esperanza de que una última operación le permita, por primera vez desde su accidente, caminar con una prótesis y no depender de la silla de ruedas. Mientras tanto, se ejercita durante 90 minutos al día en el piso que comparte con una amiga en Atlanta. Y, hace un año, conoció al que es ahora su novio, que la conquistó diciéndole “tu cuerpo es simplemente perfecto”.

Consciente del poder amplificador y difusor de las redes sociales, Aimee mantiene muy activo su perfil de Facebook, lanzando frases inspiradoras como esta: “No se trata de lo que tienes, sino de lo que puedes hacer con lo que realmente importa”. Y asegura que, a pesar de todo lo que le ha sucedido, ella volvería a ese río, al Litlle Tallapoosa, porque "esa experiencia me ha moldeado para mejor". Sin duda, una auténtica lección de vida.
Fotografías: cnn.com y facebook.com/aimeecopelanddisabilitiesadvocate/